La calle diario de un espectador / Marcha por la paz

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Efraín Huerta, el gran poeta mexicano se enorgulleció en uno de sus poemas militantes de "haber dado su firma para la paz". Decenas de miles de personas amanecieron hoy con esa misma sensación de orgullo, en este caso por haber caminado por la paz con justicia y dignidad.

Puesto que la enorme manifestación fue convocada desde la base, desde el corazón mismo de la sociedad civil, sin patrocinio ni el entusiasmo mercantil de las grandes televisoras, no fue la marcha de un solo sector, de un segmento excluyente. Uno de sus signos fue la diversidad, la pluralidad humana que se reunió ante el llamado de Javier Sicilia, el periodista y escritor, poeta en receso, cuyo hijo fue asesinado el 28 de marzo, junto con seis personas más, probablemente en Cuernavaca. Luego los cuerpos fueron hacinados en un vehículo, abandonado en el vecino Temixco.

Había de todo en la gran manifestación, cuya porción capitalina se inició en la Ciudad Universitaria, a donde los peregrinos que salieron de la capital morelense el cinco de mayo fueron recibidos con el Réquiem de Mozart. Luego de un cálido atardecer en los espacios de la Universidad Nacional Autónoma de México, la mañana del domingo los que venían de la carretera, y los que se agregaron a la caminata la iniciaron temprano. Apenas al salir de CU se enfilaron por el Eje Diez, que se convierte en avenida Universidad. Allí torcieron a la derecha, por la avenida Río Churubusco, hasta llegar a su confluencia con División del Norte y el Eje Central, justo donde se halla la enorme Alberca Olímpica.

Tras un primer descanso en esa esquina, los manifestantes siguieron por el Eje Central Lázaro Cárdenas. Cientos de personas se habían incorporado sobre la marcha a la marcha, y muchas más la esperaban en los puntos de descanso, como en la esquina de Xola o Eje Cuatro y el...

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