La calle diario de un espectador / Carballido por Leñero

Nemesio García Naranjo y José Alvarado nacieron en Lampazos, Nuevo León, en la misma calle. Por eso Alvarado solía lamentar que no le cuadraba el honor de ser ya no el mejor escritor de su pueblo, sino ni siquiera de su calle. Puesto o no fueron contemporáneos, y además cada uno a su turno salieron pronto de su ciudad natal, no fueron vecinos ni se encontraron en el barrio, lo que hubiera resultado interesante para las letras mexicanas, en que cada uno brilló de modo distinto. Algo diferente ocurrió con los dramaturgos Vicente Leñero y Emilio Carballido, que en los años recientes, los últimos en la vida del escritor cordobés fallecido hace unas semanas, vivieron frente a frente en la esquina de la Avenida dos y calle Nueve, en san Pedro de Los Pinos. Los Leñero había residido allí durante décadas hasta que se produjo el encuentro entre ambos escritores, según puede leerse en el texto que publica Leñero en su sección "Lo que sea de cada quien" de la Revista de la universidad, número de marzo: "Estea y yo nos encontramos a Emilio Carballido saliendo del templo de san Vicente Ferrer. Llevaba en la derecha unas varas de palma del Domingo de Ramos. Se produjo un diálogo como de Ionesco: -¡Qué gusto, Emilio! ¿Qué andas haciendo por aquí?

-Me vine a vivir a san Pedro de los Pinos.

-No me digas. Aquí vivimos nosotros.

-A la Avenida dos.

-Nosotros vivimos en la Avenida dos.

-Avenida dos y Calle Nueve.

-Ahí vivimos. Es nuestra casa.

-En la mera esquina.

-Ah, es la casa de mi hermano.

La nueva casa de Emilio estaba enfrente, donde hace muchos años vivían los Berumen. El escenógrafo José Luis Aguilar se la arregló estilo mexicano. Quedó bien, aunque se deterioró con el tiempo. Siempre tenía gatos.

Iniciamos con mucha cordialidad nuestra relación de vecinos. Emilio pulsaba el timbre. Que necesitaba un limón, ahora un jitomate; que su teléfono estaba descompuesto y que si le podían dejar recados en nuestra casa. Nos mandaba pastelitos, galletas. Un diciembre le compró a mi hija Isabel una de sus acuarelas. Cuando Estela publicó su libro sobre Rosario Castellanos (Otro modo de ser humano y libre) la felicitó calurosamente.

-Esta es la Rosario que yo...

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