La Calle Diario de un Espectador / El califa de Bagdad

Acerquémonos, por última vez en esta semana, Las mil y una noches, el prodigioso conjunto de relatos al que hemos querido aproximarnos ante la tragedia de Bagdad y para contrastar sus efectos perniciosos evocando la belleza y gracia de Scherezada, que cautivó al sultán Schariar no sólo con su cuerpo sensual sino con sus virtudes de narradora. Su talento literario le hizo construir varias figuras cuya personalidad ha trascendido a los siglos, siendo el principal de ellos el califa de Bagdad, Harún al Raschid, que la gobernó -en la imaginación de la narradora- en los tiempos en que esa ciudad comenzó a declinar (aunque nunca con la velocidad con que lo ha hecho ahora.

El califa de Bagdad tenía la "cara ancha, abotagada, de luna de Ramadán, llena como su cuerpo ligeramente obeso de árabe sedentario". Ansioso de gobernar bien, de estar en sintonía con el sentir de su pueblo, se disfrazaba de mercader o de labrador y salía a caminar por la noche bagdadí, y es precisamente su "aventurera vida nocturna" la que dio a Scherezada inspiración para entretener a su esposo.

El sabio español Rafael Cansinos Assens, cuya traducción del árabe nos ha servido para introducir a nuestros lectores al espacioso mundo de Las mil y una noches, nos habla de esas historias y su relación con la que es hoy la dolida capital de Iraq: En aquella época Bagdad "presentaba ya el desolado aspecto de esas ciudades legendarias -Nínive, Ilion, Palmira, Jerusalén- sobre cuyas ruinas se sientan a meditar los filósofos y a llorar los poetas. Hay un dejo imperceptible de llanto en la aparente alegría triunfal con que esos rápsodas miliunanochescos evocan en las cortes de los sultanes persas emancipados -como la de Mahmund de Gasna- las tradiciones de los siglos de esplendor de su raza en decadencia, levantando de sus tumbas a una humanidad de bellos fantasmas. El siglo noveno es fatídico para ese inmenso imperio levantado por los abassies y que mongoles, turcos y persas emancipados se reparten como antaño los bárbaros la...

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