Cáceres para cazadores

AutorPatricia Miranda

Enviada

CÁCERES, España.- Hay a quienes les gusta cazar historias en las viejas plazas de los poblados, para ellos existe Cáceres, una de las joyas de Extremadura, ubicada al suroeste de España.

Nadie lo discute: su fachada es añeja, pero su espíritu es muy jovial al ser dueña de un nutrido ambiente universitario. Para constatarlo, hay que deambular por las estrechas calles de la ciudad amurallada, donde docenas de estudiantes suelen juntarse por las tardes y noches con la intención de darle rienda suelta a la vida bohemia.

Conviene entrar por el Arco de la Estrella, para luego cumplir uno que otro sortilegio en alguna de sus mágicas plazas.

Por ejemplo, la Plaza de Santa María atrae a un buen puñado de casaderas, que sin pensarlo dos veces se apresuran a besar el dedo gordo del pie la estatua de San Pedro de Alcántara deseando hallar al mejor de los maridos. Hay quienes se conforman sólo con tocar el pie y de ese modo atraer la buena suerte. De tantas caricias que han recibido, los dedos brillan y contrastan con el tono oscuro del resto de la escultura.

Los más golosos se apresuran hasta la Plaza de San Mateo en busca del Convento de San Pablo, pues ahí residen las monjas clarisas quienes no se cansan de preparar delicias, como pastelillos de toronja y dulces de leche frita.

Sin embargo, la plaza a donde todos quieren armar ambiente es la de San Jorge (patrono de la ciudad). Especialmente si se visita de noche o madrugada, cuando hay pocos turistas, se llega a percibir ese famoso embrujo que corre por todo el Casco Antiguo de Cáceres.

Un casco donde no faltan las notas de guitarra, los bailes con antorchas encendidas de una muchacha hippie y las moradas que también guardan su propia leyenda, como la Casa del Mono donde se dice que antaño habitaba...

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