Juan Ciudadano / Cárcel preventiva = fábrica del crimen

AutorJuan Ciudadano

En México, y especialmente en el Distrito Federal, estamos atrapados en lo que Guillermo Zepeda llama "populismo punitivo".

El círculo va así: creciente número de delitos en los que se permite aplicar la prisión preventiva, más hacinamiento en las cárceles, menos readaptación, más reincidencia (además de volver criminales a encarcelados por error).

Si el aspecto más inaceptable de la prisión preventiva aplicada a diestra y siniestra es la violación a los derechos humanos que implica, hay que agregar que tiene efectos nefastos sobre la economía del País y la sociedad en su conjunto.

¿Por qué, entonces, es un arma tan atractiva para las autoridades?

Porque quienes viven de la popularidad inmediata tienen en ella la posibilidad de producir un espejismo de combate al crimen en el que seguimos cayendo los ciudadanos.

Según estadísticas del Sistema Penitenciario del Distrito Federal, dadas a conocer la semana pasada, 12 mil 500 de los 34 mil reclusos en las cárceles de la Ciudad de México están sin haber recibido sentencia. En todo el País hay casi 100 mil personas en esta situación.

Más preocupante es que vamos para atrás, pues el catálogo de delitos que permiten encarcelar antes de juzgar crece año con año.

En 1994 había 16 delitos considerados como graves. Hoy día son 220 las conductas en esa categoría, considerando las leyes locales y federales.

En ese mismo lapso, la población penitenciaria creció exponencialmente: en 1997 había 41 mil personas sin sentencia y a finales del 2007 había 95 mil, esto, sin ningún efecto notorio de descenso en criminalidad.

Puesto el problema en perspectiva comparada, según un estudio de Guillermo Zepeda, sólo hay 12 países en el mundo que tienen más reos sin sentencia que México. A cambio de esto no hemos recibido nada positivo, ¿o somos el treceavo país en seguridad y respeto al estado de derecho?

La Open Society Justice Initiative, financiada por George Soros, a partir del estudio comparado entre países ha resumido en cuatro los mitos de la prisión preventiva, en los que México sigue atrapado:

  1. Reduce la incidencia delictiva. Se creía que la prisión preventiva podía disuadir la comisión de delitos, pero este efecto no se ha confirmado en ninguna parte.

  2. Disminuye la inseguridad ciudadana. Más bien se trata de un truco mediático por el que se busca transmitir el mensaje de que algo se está haciendo. Pero este bálsamo resulta carísimo, pues ni se reduce la inseguridad y, en cambio se incurre en costos...

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