En busca de luz

AutorCarlos Figueroa

ENVIADO

NANACAMILPA, Tlaxcala.- Antes de iniciar el camino, la oscuridad ya comienza a avanzar. Hombres y mujeres se acercan, con pasos cortos y en pequeños grupos. Es necesario pedir permiso a la naturaleza para poder adentrarte en el negro paraje.

Es el Santuario de las Luciérnagas de Piedra Canteada, que, desde finales de junio y hasta principios agosto, recibe a miles de forasteros.

Diminutas y luminosas como seres de cuento, las luciérnagas comienzan a hacerse presentes.

"Nuestros abuelos nos inculcaron el respeto y cuidado del bosque", dice a los turistas María del Carmen Morales, guía del santuario desde hace tres años.

"Hemos visto a las luciérnagas desde niños, y ahora que, viene más gente, nos toca estar al pendiente de este lugar".

María del Carmen, de 25 años, y su primo Fernando, de 18, viven en San Felipe Hidalgo, a 5 kilómetros de Piedra Canteada. Ellos son 2 de los 30 jóvenes que participan como guías o guardianes del bosque como parte de un programa de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

"Reciben información de los lugareños (...) mientras que la parte científica la adquieren de las investigaciones del doctor Santiago Zaragoza Caballero, del Instituto de Biología de la UNAM", explica Genaro Rueda, presidente ejecutivo de Piedra Canteada.

La conservación y reforestación de este bosque de encinos, oyameles y pinos, por parte de los habitantes aledaños, han jugado un papel clave en la preservación de las luciérnagas.

Como guardianes del lugar, cuidan que el bosque permanezca libre de luz, ruido y contaminación. Una mala calidad de suelo y aire puede afectar los nutrientes absorbidos por los caracoles y babosas de los que se alimentan las luciérnagas en su etapa larvaria, además del polen y néctar que obtienen de flores y árboles en su etapa puparia y adulta, hasta completar un ciclo de dos años de vida.

De acuerdo con investigaciones de Zaragoza Caballero, existen alrededor de 2 mil tipos de este coleóptero (escarabajo). En México se tiene registro de 164, de los cuales 84 son endémicos.

Uno de ellos es la Macrolampis Palaciosi, que ilumina lo más oscuro de Nanacamilpa. Su destello en el bosque es sólo perturbado por las pantallas de los teléfonos inteligentes que milagrosamente consiguen captar su imagen.

Si bien la fluorescencia obedece a una reacción natural de la especie en la que la energía química se transforma en lumínica, la intermitencia de luz corresponde a un ritual de apareamiento en el que la hembra acecha al...

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