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AutorMariana Jaime

Óscar de Jesús González Tavares tiene 8 años y su estatura es superior a la de otros niños de su edad, sin embargo, su desarrollo es distinto, ya que padece hidrocefalia, parálisis cerebral infantil (PCI), espasticidad (tensión y rigidez en músculos) y ceguera cortical.

Sentado en una carriola, mueve sus ojos de un lado a otro, atraídos por el sonido, agita un poco los dedos de sus manos e intenta balbucear mientras escucha a su mamá.

Elvira Tavares Tapia no sabía que estos padecimientos vienen desde el nacimiento de su pequeño, ya que el médico que atendió el parto natural, en Arandas, se lo entregó como niño sano.

Cuando Óscar tenía un mes y medio manifestó algunos síntomas que alertaron a Elvira, entonces lo trajo a Guadalajara para que lo atendieran en el Hospital Civil.

"Ha tenido varias cirugías, ya ahorita anda en trámites porque me le van a hacer otra, ahora de su caderita, porque está luxado de los dos lados. Estuvo a punto de nacer con mielomeningocele (espina bífida) y a causa de eso se luxó de su cadera", explica Elvira.

La estatura de Óscar ya no le permite estar en la silla de ruedas que tiene hasta ahora, ya no cabe en ella, pero adaptarla a su tamaño cuesta 3 mil 800 pesos.

Elvira es ama de casa, tiene otra hija de 11 años que está en sexto de primaria, y su marido es peón de albañil, lo que limita los recursos de la familia, pues a veces hay trabajo y otras no.

"Bendito sea Dios sí tengo pareja, pero no tiene trabajo estable, y luego, pues el niño necesita...

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