En la burbuja del encierro

AutorIris Velázquez

La pandemia por Covid-19 ha llevado a estudiantes de todas las edades a recluirse en casa. En ese afán de evitar que niños y adolescentes se contagien, algunos han sido recluidos en una burbuja desde la que han visto transcurrir un año de su vida.

Conocen a sus profesores y compañeros solo a través de la pantalla. En México, las puertas de sus escuelas cerraron oficialmente el 20 de marzo de 2020. Los pupitres, pizarrones, juguetes, columpios y bibliotecas no han sido tocados por ellos.

La situación ha cambiado. Las bicicletas están en los patios de sus casas, no pueden abrazar a sus abuelos, no han visitado "las canchitas" de la colonia, tampoco se les permite soplar las velas de un pastel y todo el aprendizaje que puedan tener lo obtienen de un monitor en el que, en ocasiones, sus maestros hablan, pero no los escuchan.

Los gestos de quienes ven pasar por la ventana son difíciles de descifrar porque están cubiertos por el cubrebocas, pero niños y adolescentes hablan el lenguaje de las redes sociales, los hashtags, los memes; imitan bailes virales, usan emoticones y voces de otros para recrear escenas. A ellos les llaman la Generación Covid.

'Triste, triste, triste'

Ni en Azcapotzalco, en la Ciudad de México, ni en Zumpango, Estado de México, Ander Zaid Benetes ha podido salir a jugar como lo hacía hace un año. La patineta y la bicicleta eran sus juguetes favoritos y en casa no encuentra nada igual.

Al niño de 8 años le gustaba sentir el aire, la velocidad, y eso, considera, no se lo da ningún dispositivo móvil. Hace unos meses, su familia se mudó a la entidad mexiquense con los familiares de su madre, en busca de compañía.

Al preguntarle sobre qué es lo que ha aprendido durante el confinamiento contesta: "que el coronavirus es malo. Me enseñaron a ponerme el cubrebocas y el gel en mis manos".

Las materias que más le gustan son Español e Inglés, el maestro de la primera materia, dice, es el que mejor le caía y extraña a sus amigos.

Este año no le ha gustado: "No he podido ir a la escuela ni ver a mis maestros, tengo días sin verlos. Extraño al maestro Marco, es mi materia que más me gusta (Español)".

Dice que no entiende mucho de lo que pasa allá afuera, pero que hay cosas diferentes, y aunque desea salir, considera que puede darle miedo.

"Puede que me dé miedo, aquí no conozco y siempre siento nervios cuando voy a la escuela. Es raro lo nuevo, y ahora todo es raro. Sé que el coronavirus es malo", opina.

-¿Cómo te sientes en casa?, se le pregunta.

-Como más ahora que antes, me aburro, tengo nervios. Ya no salgo, iba solo a la bicicleta, la patineta, y ahora pues ya no, para que no me enferme.

-¿Y a los niños que también están en casa qué les dices?

-De ellos no sé, no los conozco, yo sólo me siento, triste, triste, triste.

Imaginación en la pantalla

Durante el confinamiento, Luna ha sido hada, maestra, ha tenido el cabello de arcoiris, también cantante, bailarina, ingresado en la vida fit, payasita, maga, princesa y química.

A ella y a su mamá les gusta visitar mundos a través de TikTok, cambian sus voces, se rodean de corazones, les surgen grandes pestañas y coronas o alas. A través de esta plataforma, la niña de 5 años también ha enseñado experimentos químicos y el nombre de los planetas en orden.

Cursa el tercer grado de preescolar, y pese a ingresar seguido a esta burbujita colorida, extraña correr...

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