De búnker a galería

AutorYaotzin Botello

Corresponsal

BERLÍN.- Junto con los campos de concentración, los búnkeres podrían ser unas de las figuras de pie más terribles de la historia alemana.

Sólo que hoy en día se están utilizando para todo lo contrario: para hacer terapia que ayude a asimilar el pasado. Y así lo está probando el búnker de la Reinhardtstrasse 20.

Este búnker en el corazón de Berlín, donde ya casi sólo se ven edificios de cristal, destaca por ser un monolito de cinco pisos con paredes de hasta dos metros de ancho.

Llevaba años de estar vacío, hasta que el coleccionista alemán de arte Christian Boros lo compró en el 2003 para hacer una galería de arte.

"Quería mostrar mi colección de arte en un lugar donde la gente pudiera venir con mucha curiosidad para ver cómo se ha transformado Alemania", explica Boros, publicista de profesión.

Este no es el primer búnker en Berlín que se utiliza para actividades culturales, pues tanto los de la Segunda Guerra Mundial como los de la Guerra Fría han vivido matices nuevos.

La razón es que debido a los altos costos de demolición, que de acuerdo con varias estadísticas oscilan entre los 7 mil y los 10 millones de euros, el Estado prefiere venderlos.

El gran ejemplo es el búnker de la Reinhardtstrasse 20, que ha sobrevivido a varios atentados de demolición y que se ha debido adaptar a las necesidades de la Historia.

Cuando fue construido en 1942, y hasta el final de la guerra en 1945, sirvió a las personas que iban al teatro adjunto o que desembarcaban en la estación de trenes de al lado para protegerse de los bombardeos aéreos.

Con la ocupación rusa, el Ejército Rojo lo utilizó de cárcel contra los nazis sobrevivientes; ya después en la época de la división, Berlín del Este lo usó de almacén de las frutas tropicales que les llegaban de los países hermanos.

Durante mediados de los años 1990, el búnker fue llamado así, Búnker, para convertirse en un fuerte centro e icono de ferias de sexo y fiestas de música tecno.

"Un nuevo edificio no iba con la ciudad. Con este uno puede vivir bien el proceso de transformación de Berlín del pasado al presente", añade Boros.

Además de la galería, el coleccionista mandó construir un penthouse con alberca y terraza encima de una azotea de 3.10 metros de ancho.

"El arte es parte de mi vida", sentencia el coleccionista.

La visita al búnker es sólo con previa cita, que puede durar hasta cuatro meses en tomar lugar porque la demanda es grande y sólo se dan tours en fin de semana.

Al llegar a la...

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