Al buen entendedor, muchas matemáticas

AutorJavier Crúz

Recientemente, el presidente Zedillo, al evaluar una ecuación matemática -x2+y2+z2=25-, sentenció que esa expresión era absolutamente imposible. Quien la había escrito, dijo, sería muy bueno en su oficio pero muy mal matemático.

No se trataba de un sofisticado modelo de matemáticas financieras que proyectara el gasto social para el sexenio entrante, ni la evolución de los precios internacionales de petróleo o la inflación en México. La ecuación, escrita en un mural en el campus Coquimatlán de la Universidad de Colima, es, de hecho, de las más comunes en cualquier curso de Geometría Analítica o Cálculo, incluso a nivel preuniversitario. Y es infalible: describe, simplemente, la superficie de una esfera tridimensional de radio 5.

El gazapo del ciudadano Presidente, ¿es representativo del dominio que tiene de las matemáticas un ciudadano promedio?

Más aún: ante el alud de estimaciones y cálculos aproximados que inevitablemente se produce en un año electoral último de sexenio - índices macroeconómicos, ofertas de crecimiento porcentual del PIB per cápita, encuestas, gráficas, escalas y toda suerte de malabares sofísticos-, ¿cuenta la población mexicana con el sustento matemático mínimo para discriminar entre lo real y lo retórico?

¿Cuál es, en suma, el bagaje mínimo de conocimientos matemáticos que sería deseable de todo egresado del sistema de educación secundaria, nivel obligatorio en México?

Carlos Bosch, matemático con vasta experiencia en la enseñanza de su disciplina dentro y fuera del ámbito formal del salón de clases, pone la mira bien alta: "Capacidad para razonar".

Matemáticas para Pensar

Vista así, la tarea es colosal: el sistema de educación pública cuenta con nueve años de la vida de los estudiantes mexicanos -los 6 de primaria más 3 de secundaria- para dotarlos, al menos, de capacidad para razonar.

Que esa labor descansa sobre la instrucción matemática ya lo postuló el filósofo francés Auguste Comte -fundador del pensamiento positivista- desde mediados del siglo XIX al sentenciar, en su "Curso de Filosofía Positiva", que "es la ciencia matemática la que debe constituir el punto de partida de toda educación científica racional".

La Secretaría de Educación Pública parece no estar en desacuerdo. En el documento que describe el enfoque de los planes de estudio de matemáticas para secundaria se lee que "la enseñanza de las matemáticas tiene como propósito general el desarrollo de habilidades operatorias, comunicativas y de descubrimiento de...

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