El bruxismo ya no es lo que era (e incluso podría revelarse como un aliado)

Fecha de publicación24 Junio 2023
Foto: Shutterstock
Foto: Shutterstock

Por Laura Jiménez Ortega, Eva Willaert Jiménez-Pajarero y María García González / The Conversation

Según el Consejo de Dentistas de España, el bruxismo es el diagnóstico odontológico que más ha aumentado desde la pandemia, llegando casi a cuadruplicarse: su incidencia entre la población ha pasado del 6 % al 23 %.

Estemos o no afectados, todos sabemos lo que supone básicamente esta conducta –apretar o rechinar los dientes–, pero en los últimos años el concepto ha cambiado y ahora se clasifica en dos entidades bien diferenciadas: el bruxismo del sueño y el bruxismo de vigilia. Y se pueden abordar como dos fenómenos independientes, aunque a veces aparezcan de forma conjunta.

Mientras que el primero surge de forma involuntaria mientras dormimos, el segundo se manifiesta cuando estamos despiertos. En este último caso, la persona puede ser consciente del comportamiento y, por consiguiente, ponerle fin.

Dos fenómenos distintos

Actualmente, el bruxismo del sueño se define como “una actividad de la musculatura masticatoria rítmica o no rítmica que no es un trastorno del movimiento o del sueño en individuos sanos”. Y el de vigilia como “una actividad de la musculatura masticatoria durante la vigilia caracterizada por el contacto dental sostenido o repetitivo o por tensión o empuje de la mandíbula”. Que tampoco es un trastorno del movimiento en individuos sanos.

En otras palabras, a lo que popularmente consideramos apretar/rechinar los dientes cuando dormimos (ya sea de noche o de día) le llamaríamos bruxismo de sueño, mientras que la tensión en la mandíbula, contacto dental o apretamiento cuando estamos despiertos sería bruxismo de vigilia.

Aunque las dos definiciones parece que aluden a conductas muy similares, su etiología, función y manera de abordarlas son distintas.

En algunos contextos clínicos, ambas modalidades pueden considerarse un factor de riesgo o un signo de una enfermedad subyacente. Por ejemplo, dolores de cabeza (cefaleas y migrañas) o trastornos temporomandibulares, los que afectan a la articulación de la mandíbula y los músculos que controlan su movimiento. Y siempre cabe la posibilidad de que acarreen consecuencias negativas: pueden producir desgaste y fracturas dentales, así como dolor muscular o articular.

¿Y si fuera beneficioso?

De cualquier forma, las investigaciones actuales implican otra modificación importante en la concepción del bruxismo: ya no se considera una patología, sino una simple una...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR