Brillos preciosos

AutorLupita Aguilar

Muebles de terciopelo en rosa fucsia, un aparador discreto y joyas refulgentes de sus históricos pasados integran el concepto de la Boutique Luxe Vault.

Esta pequeña empresa, fundada en Nueva York, hoy sitúa una filial en México gracias a la visión de una empresaria que viste jeans y los complementa con diamantes, Beatriz Pasquel.

La joyera y diseñadora de espacios de moda está imponiendo a partir de la Boutique Common People la sana tendencia de desmitificar el uso de las piedras preciosas ofreciendo piezas alcanzables a casi todo el público, por lejano que esto parezca.

"Nunca hemos tratado de subestimar la belleza de estas obras naturales", aclara Beatriz ante un grupo de pulseras salpicadas de diamantes y cuya forma original ha sido conservada para no forzar su perfil de origen.

De hecho, es una de sus principales líneas de producción que es trabajada bajo la técnica india Rose-Cut, que pretende respetar las venas que concibió el mineral a través de millones de años y que adornan el interior de esmeraldas, zafiros, rubíes y diamantes.

"La idea es preservar la belleza y firmeza de estos prodigios que son únicos", afirma la empresaria probando aretes de esmeraldas y rubíes que coordina con jeans deslavados y una t-shirt blanca.

El deseo de su compañía es crear un puente entre las personas y los minerales, modernizando el concepto de que las piedras preciosas sirven para estar en sus estuches aguardando a una nueva generación.

Dicho objetivo le llevó a abrir este pequeño aparador donde no cabe la ostentación, sólo citas personalizadas en las que es posible enterarse, a partir de ella y su socio Jacobo Villanueva, de las propiedades mágicas de estos tesoros encontrados entre minas y cuya edad se mide en miles de años.

Se trata de minerales de los cuales sólo algunos alcanzan el fulgor como respuesta al tallaje de la mano del hombre.

"Hemos tratado de crear un espacio para distinguir lo extraordinario. Aquí reflexionamos sobre la estética y la autenticidad de las piedras preciosas, pero al final trasladamos la joya al terreno de otra maravilla...

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