La Boquería: Un mercado emblemático

AutorPedro Jesús Fernández

Siempre me han gustado los mercados. Cuando visito una ciudad, además de los monumentos y las calles, disfruto paseando por las pequeñas callejuelas y monumentos de sus mercados. A menudo las ciudades se parecen a las personas y en las actitudes, en las maneras, se percibe mejor su forma de respirar que en ciertos restos históricos. Recuerdo ahora, por ejemplo, el primoroso mercado de Valencia, envuelto en cristal y hierro, en cuya primera planta, te deslumbran las pescaderas. Están arriba de taburetes improvisados, detrás de cada negocio, vestidas con impecables batas blancas, teñidas de rubio, recolocando los helechos, ofreciéndote la mercancía: 'Muchacho, ¡mira que doradas tan hermosas!' Y tú, mientras tanto, recorriendo ese salón del pescado, volviéndote a embelesarte con sus desmesuradas delanteras, sabiendo que ya nadie, excepto ellas, te llama muchacho.

Recuerdo también los puestos de caza del mercado de la Paz en Madrid, donde los jugos gástricos confunden a la vista ante el imponente desfile de foies, becadas, faisanes o perdices. En México, mi mercado preferido está en la ciudad inmutable de Oaxaca, quizá porque sus vendedoras exponen los chapulines o las especias con una cadencia de ritual que yo no he visto en otro lugar o quizá sea por la luz tamizada que envuelve todo el perímetro del edificio. Lo cierto es que uno no puede comprender la atmósfera de Oaxaca si no pasea por las callejuelas de este zoco y de vez en cuando, como sin querer, se detiene a preguntar en alguna de las tiendas.

Y, claro, la Boquería en Barcelona. Hace muchos años que voy a la Boquería. Su visita se ha convertido en uno de esos ritos que uno va acumulando celosamente. En un viaje antiguo, un amigo barcelonés me invitó a desayunar en un bar minúsculo -Pinocho-, que hay cerca de la entrada, a la derecha, y desde entonces cada vez que regreso a Barcelona no dejo de ir a tomar una barrita alargada de pan blanco -que allí, con toda lógica, llaman flauta- con aceite de oliva y anchoas de L'Escala junto a una copita de cava y un café expreso. Después de ese desayuno 3/4 me digo cada vez que finalizo el rito, ya puedo afrontar la reunión de trabajo que sea menester.

La Boquería es un mercado emblemático de la cultura mediterránea. Abierto a las Ramblas como un barco más del...

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