Bogotá de una pincelada

AutorOctavio Pineda

Corresponsal

BOGOTÁ.- A la altura de barrios tradicionales como La Candelaria, Chapinero, Rosales y Usaquén, las empinadas calles trepan hacia las montañas, siempre verdes, que con sus sinuosidades asemejan una cadena de hermosas gigantas recostadas.

Fundada el 6 de agosto de 1538 por el conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada a 2 mil 600 metros sobre el nivel del mar, en la cordillera oriental de los Andes -que atraviesan Colombia como una columna vertebral-, en Bogotá conviven diversas épocas, estilos arquitectónicos y regiones.

Por las calles de La Candelaria, el bien conservado casco histórico, de viejas casonas coloniales en colores vivos, con techos de teja y puertas, balcones y ventanas de madera, el visitante comienza a dejarse seducir por Bogotá.

Al recorrer sus calles podrá toparse con patios antiguos bien conservados, templos, museos, restaurantes y bares. Otro elemento arquitectónico característico del centro histórico es la cantera amarilla con que están edificadas imponentes construcciones de estilo neoclásico, como el presidencial Palacio de Nariño, el Capitolio y el Colegio de San Bartolomé, en la céntrica Plaza de Bolívar (equivalente al Zócalo del DF), el Teatro Colón y la Academia Colombiana de la Lengua, en el llamado Parque de los Periodistas.

La avenida Jiménez ofrece una de las mejores panorámicas de la variedad de épocas y arquitecturas que conviven en Bogotá, desde la colonial Iglesia de San Francisco (1550), pasando por la antigua sede de la Gobernación de Cundinamarca -neoclásica construcción de cantera amarilla-, edificios de los años 50 y la Torre Avianca, hasta el emblemático Transmilenio, sistema de autobuses articulados que representa la modernidad.

Si va en plan de compras, con los "esmeralderos" de la Jiménez puede adquirir gemas en bruto de auténticas esmeraldas colombianas a buen precio.

Luego de visitar el Museo del Oro, la Jiménez es un sendero propicio para caminar hacia la Quinta de Bolívar, casa de campo del Libertador Simón Bolívar (1783-1830).

A unos metros de la Quinta se encuentra la estación del funicular y el teleférico que facilitan el ascenso al vistoso Cerro de Monserrate, coronado por el Santuario del mismo nombre y consagrado al Señor Caído.

Subir a Monserrate es casi una escala obligada para el visitante nacional o extranjero, pues la cumbre ofrece una de las mejores vistas aéreas de Bogotá, en particular del Centro Internacional, conjunto de rascacielos que tienen a las montañas...

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