Bilbao de esencia versátil

AutorCecilia Núñez

Texto y fotos: Cecilia Núñez

Enviada

BILBAO, España.- Los comentarios sobre la naturaleza cambiante de la capital vizcaína surgen incluso antes de llegar.

"Hace 40 años, Bilbao era horrible: gris y ruidosa. Con los años, la vi transformarse", recuerda Ángel Valdemoros, hijo de bilbaínos y director de Ventas Internacionales de Iberia.

Desde el arribo al aeropuerto La Paloma, creación del valenciano Santiago Calatrava, queda claro que aquí nada es lo que era.

Caminando por sus barrios, Bilbao relata su historia, esa que cuenta que en los años 90 una nueva ciudad renació sobre la urbe de siempre.

El Guggenheim extiende sus caprichosas formas metálicas hasta los límites de la ría del Nervión, cuyas aguas fueron purificadas en los 80. Aquellos límites antes ocupados por chimeneas industriales y diques de antiguos astilleros, hoy ceden lugar al seductor paseo de Abandoibarra.

Desde 1998, el tranvía recorre el camino de siempre a lo largo de la ría. Pero ahora es un placer asomarse a ella, conquistarla a remo, andar por sus orillas y notar su carácter, tan voluble como el de la ciudad que atraviesa, con sus seis horas de marea alta y seis de marea baja. "La industria astillera y de acería era el alma de la ciudad hasta que la crisis nos obligó a crear una ciudad emblemática", explica David Elexgaray, un guía de viajeros enamorado de su tierra.

MUSEO URBANO

Bilbao se disfruta, a paso lento, como una suerte de museo citadino que expone obras maestras de, entre otros, el ganador del Pritzker, Frank Gehry, creador de la Casa Danzante en Praga y la Sala de Conciertos Walt Disney en Los Ángeles; del autor de las Torres Petronas de Kuala Lumpur, César Pelli; del vasco Luis Peña Gantxegi, del mexicano Ricardo Legorreta, y de los escultores Jorge de Oteiza y Richard Serra.

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