El Big Brother te está viendo

Primero, un correo electrónico. Después, un telefonazo. La voz en la línea te confirma tu buena suerte y, eufórica, te felicita. No lo crees, estás nominado para participar en la preselección de inquilinos de la segunda edición de Big Brother. Eso sólo sucede en la tele. Festejas con tus amigos. Dejas para después la discusión con tus padres sobre el futuro de tus estudios.

El día de la cita eliges tus mejores ropas. Llegas a Televisa San Angel bañado y perfumado. Es tu gran día. Pides a un guardia que te indique dónde está la puerta 2 y con su dedo índice te señala aquella kilométrica hilera humana. Ahí te enteras que 50 mil personas de toda la República fueron convocados al mismo casting que tú.

La computadora se encargó de separar los diamantes en bruto de la bisutería. De los 300 mil 915 inscritos, rechazó a 250 mil no aptos para encerrarse varios meses en la casa más observada de todo el País. ¿Con base en qué? Es un misterio. De 140 mil defeños que se inscribieron, la tecnología seleccionó 20 mil con base en los irrevelables criterios de los productores.

Librar el primer filtro es en sí una proeza. Ya eres un ganador, y te sonríes por eso. Tienes muchas cosas que aportar a esa casa y en cinco horas, cuando avance esa fila hasta la puerta 2, convencerás de eso al jurado.

Verónica Buentello es un granito de arena en esa inmensa playa que asemeja la fila de aspirantes. La blusa negra de licra con lentejuelas que forman una mariposa dorada, los pantalones negros con brillantina, la gabardina beige de lana delgada y el amuleto de Buda en el cuello ("para que nunca me falte dinero"), fueron elegidos para el gran día.

No sabe qué convenció a los productores para salir seleccionada. Quizá que en su solicitud escribió que Trevi es la persona que más admira, pues considera que "es una chava muy leal, si le das tu amistad confía en ti y te la regresa". O porque contestó que de ser inquilina, sería capaz de bañarse desnuda y hasta hacer el amor dentro de la casa.

Sólo una cosa le daría pena: "Platicar de un tema y saber que me están viendo mis papás y que me malinterpretarán porque los papás te ven todavía como niña chiquita, como buena, pero ya que te conocen y escuchan cómo piensas, se espantan".

La distancia entre el sueño y tú se acorta. La puerta 2 está cada vez más cerca.

- ¿Por qué inscribirse en Big Brother? ¿Por qué no?, responden los impacientes con esa otra pregunta.

César Pérez, estudiante del Tec de 22 años, confiesa sus razones: "Lo...

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