Bienvenidos al Edén

AutorPatricia Miranda Enviada

MAHÉ, República de Seychelles.- Dicen las buenas lenguas que en una de las 115 islas que conforman este archipiélago -ubicado en el Océano Índico occidental- debió estar el bíblico Jardín del Edén.

Y las malas agregan que el famoso fruto prohibido poco tuvo que ver con una manzana y mucho con el llamado coco de mar. Más sensual al oído si se dice, imitando a los seychelenses, "coco de mer".

Quizá sea la sugerente forma de estos frutos endémicos, que evocan a las partes más eróticas del cuerpo femenino o masculino (según brote de una palmera hembra o macho), la causa por la que selectos lunamieleros eligen esta república independiente -que está entre los 480 y mil 600 kilómetros de la costa oriental de África y al noroeste de Madagascar- como el destino en tendencia para ir a pecar... o a pescar, también, si así lo desean.

Mucho antes de que hasta aquí llegaran figuras como Salma Hayek, Pierce Brosnan o Brad Pitt, por mencionar sólo algunos, se dice que fueron comerciantes árabes los primeros en visitar estas islas. Posteriormente aparecieron trazadas en las cartas de navegación de los portugueses y, por supuesto, funcionaron como escondite de piratas.

Permanecieron deshabitadas hasta finales del siglo 18, cuando arribaron colonizadores franceses. En 1814 llegaron los ingleses.

No fue sino hasta 1976 cuando lograron su independencia. Actualmente forman parte del Commonwealth o Mancomunidad de Naciones y son tan buenos los lazos históricos que comparten con el Reino Unido que hasta se ha convertido recientemente en un destino real. Los Duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, hicieron un viaje prenupcial en 2007 y apenas el año pasado regresaron a celebrar su luna de miel.

¿Y quién no querría volver a un archipiélago en el que sólo 33 islas están habitadas? En ellas no faltan los resorts flanqueados por playas de fina arena blanca, por un mar turquesa transparentísimo y por veredas de exuberante vegetación, ideales para practicar senderismo o pasear en bici.

En un destino donde reinan las hipérboles, los visitantes no saben qué les asombra más. Ver a la rana más pequeña del mundo, toparse con alguna longeva y pesada tortuga en...

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