Una niña bien... mala / Sorpresa nocturna

AutorMilah

Regresando a la normalidad luego de tanto maratón festivo, decidí organizarme y comenzar a cumplir con la premiación de los dos ganadores del concurso que hice el año pasado, consistente en juntar todas las publicaciones de mi columna y entregármelas a fin de año para pasar toda una tarde conmigo, así que luego de contactarlos, quedé con el primero para cenar el viernes pasado.

-Milah, te gustaría ir a cenar y de ahí vamos decidiendo qué hacer?

-¡Claro! Me encantan las sorpresas, así que yo feliz.

Al no saber ni siquiera a dónde iríamos a cenar, me puse un vestido rojo corto, pero moderado, unos tacones altos y me empapé en un perfume con feromonas que logró absolutamente todo su cometido.

Por supuesto, si yo me iba a llevar un par de sorpresas al no saber ni a dónde iríamos, me propuse también darle aunque fuera un inesperado detalle que lo sacara un poco de onda a la mitad de la cita, así que me quité la tanga y la eché en la bolsa de mi abrigo.

Fue una muy grata sorpresa toparme con un chico lindo, muy propio y de carácter ligero y divertido. Desde el camino en su coche comenzó a poner su mano fría sobre mis piernas y poco a poco fue subiendo mi temperatura, pero justo cuando su manita estaba a punto de cruzar la línea de la decencia, lo detuve de un golpe, pues no quería aún que descubriera mi travesura.

Todo iba perfecto, el lugar increíble, la comida inigualable, el vino subió nuestra calentura y, justo cuando llegó el postre que habíamos acordado compartir, jalé una de sus manos y la metí por debajo de mi vestido, sobre mis piernas cruzadas, para llevarla hasta donde él pudo comprobar mi nivel de excitación, mientras con mi otra mano sacaba mi tanga del abrigo para ponerla sobre la mesa, frente a él.

-¿¡No traes nada abajo del vestido!?

El pobre hombre apenas estaba saliendo de su estado de shock y aún no terminaba su frase con su mano en mi entrepierna, cuando aparece una pareja en nuestra mesa que nos saca de nuestro rollo al saludarnos muy efusivamente.

-Milah, te presento a mi hermana y a su novio.

¡Ya se imaginarán nuestra expresión al tener que contener nuestra cachondez y poner cara de gente decente frente a ellos! Y luego de un par de intercambios de frases formales por compromiso, ambos recordamos la tanga en la mesa y casi al mismo tiempo nos estiramos para esconderla.

-¿Qué van a hacer? ¡Vengan con nosotros!

De pronto la velada tomó un curso inesperado para ambos y cuando menos lo esperamos, nos encontrábamos llegando a un...

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