Una niña bien... mala / Sexo con sabor a chocolate

Cuando pensamos en sexo, casi nunca lo relacionamos con algún sabor en específico, pues aunque existan miles de productos con sabores artificiales para ser utilizados en plena acción por todo tipo de amantes y apasionados del sexo en todas sus modalidades, en realidad no son suficientes como para atribuirle al sexo en su totalidad algún condimento distintivo.

Sin embargo, cada vez que se me antoja tener sexo con un muy particular amigo, inevitablemente lo primero en lo que pienso es en chocolate, y la razón es muy sencilla, nos hemos aventado un par de sesiones interminables acompañadas de un buenísimo helado de chocolate que han logrado subir nuestra serotonina a tope y nos ha ayudado a alcanzar los más deliciosos orgasmos.

La última vez que estuvimos juntos quedamos de vernos temprano para ir a co... mer y luego a escoger el sabor de nuestro postre que disfrutaríamos solitos nosotros dos en un encerrón de antología.

Luego de una comida que nos dejó a ambos abotagadísimos, necesitábamos a todas luces correr por el dulce aperitivo de nuestras artes amatorias, así que corrimos por nuestro helado y nos dispusimos a disfrutar.

Desde que íbamos ya en el coche ambos ardíamos en deseos de ya llegar a nuestro destino, así que abrí el mega litro de helado de chocolate con cereza que siempre ha sido mi favorito y comencé a antojárselo muy sutilmente dejándolo caer sobre mi escote y tomándolo sobre mis bubis con mis dedos para luego metérmelos en la boca hasta plantarle un par de besos chocolatosos que lo pusieron a mil.

Aprovechando el micro vestido que llevaba puesto, comencé a pasar un par de dedos por mis piernas dejándole ver mi tanguita roja que comencé a hacer a un lado para poder embarrarme un poquito de tan delicioso postre que guardaría por completo para él.

Por supuesto, apenas nos estacionamos, ambos corrimos a nuestro escondite favorito y desde el elevador comenzamos el cachondeo. Él me acorraló contra una de las paredes, levantó mi vestido y comenzó a explorar mi cuerpo en busca del tan antojado postrecito, comenzó a saborear lentamente mi estela a cacao y, cuando la puerta se abrió, los dos enrojecimos de asombro al toparnos con varias personas que esperaban ansiosas aquel ascensor mientras nosotros únicamente nos con concentrábamos en nuestra calentura. Bajé el vestidito, me arreglé un poco, pedí disculpas y pasé corriendo entre la multitud.

Apenas cerramos la puerta tras nosotros, nos quitamos y aventamos la ropa. Ya desnudos y, aún...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR