Una niña bien... mala / Saciando antojos en el gym

Más que en el físico, yo casi siempre me fijo en la vibra de las personas. Incluso voy filtrando mis encuentros desde las llamadas telefónicas dependiendo del tono, el trato y la energía de quien me marca pidiendo información.

Sin embargo, hay un cliente en particular, que conjuga tooooodo lo que me enloquece. Me gusta tanto, que incluso lo he llegado a llamar para tener sexo ocasional por el puro placer de estar con él.

Este chavo moreno, alto y con un cuerpazo -no en vano es dueño de un gym- me mata cada que lo veo y, por lo general, fantaseo con él cada mañana en el gimnasio imaginando que llega, me pone alguna rutina y, a cada explicación, nuestros cuerpos se rozan dejándonos imaginar como sería tenernos desnudos uno frente al otro.

Por eso hace un par de semanas, saliendo de hacer ejercicio ya no aguanté más y lo cité.

-Hola, soy Milah. ¿Cómo andas ahorita? ¿nos vemos?

Sus besos suaves siempre logran hacer que mi cuerpo vibre. Amo sentir sus manos recorrer mi cuerpo suavemente, como si no quisiera que se le acabara y así, conforme sus dedos acarician hasta el último centímetro de mi piel, su boca se funde en mí como si le perteneciera.

Después de unos minutos de tenernos de frente, frotar nuestros cuerpos desnudos y sentir como nos vamos excitando poco a poco, caricia a caricia, al fin me tumba en la cama y me deja sentir sus húmedos labios que abarcan mi concha como buscando refugio.

El oral de ese hombre hace que desaparezca todo a mi alrededor, logra calentarme al máximo y me lleva al límite de la seducción al dejar empapado su rostro, lleno de mi olor después de aquella explosión orgásmica.

Mi boca de inmediato se prende de su miembro y no hay nada que me dé más placer en esos momentos que sumergirlo hasta el fondo mientras mi lengua juguetona zigzaguea hasta llegar a la puntita y chuparla hasta exprimirla, y así, ya mega caliente, me fascina que me voltee y me ponga en cuatro.

-Vamos, sí, así dame, máaaas.

Ese sonido de choque de piel con piel al azotar mi cadera contra...

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