Una niña bien... mala / Ojos azules

-Ven, acércate, quiero repasar contigo tooodo lo que he leído en tus historias.

-Mmm, ¡qué rico! A ver si nos da tiempo, ja.

Ambos de pie, uno frente al otro, lentamente nos aproximamos para sentir el calor de nuestros cuerpos aún cubiertos. Tímidamente nos besamos y saboreamos cada segundo de nuestras bocas engarzadas.

Mi respiración se agitó cuando sentí su mano en mi cintura y de inmediato pasé mis manos por su cuello y las subí lentamente hasta tomarlo fuerte por el cabello y jalar su cabeza hacia la mía para intensificar los besos.

La temperatura de la habitación se incrementó y comenzamos a deshacernos de todo lo que nos cubría. Necesitaba ya sentir su piel y pegarlo a mí. Las feromonas flotaban en el ambiente alborotando cada vez más nuestras hormonas.

-¡Quítate todo! Déjame sentir tu cuerpo junto al mío. Vamos a la cama, ven.

Fuimos botando nuestra ropa y, aún enganchados en un beso, bajé por su torso hasta llegar a su pene que, inevitablemente, tuve que meter en mi boca. Fue una sensación deliciosa sentir cómo se excitaba dentro de mí, pasé mi lengua por su punta y subí una vez más a un encuentro cara a cara donde miré sus hermosos ojos y, encuadrada en ellos, sentí cómo me volteaba y bajaba su boca para sentir mis mieles que ya escurrían al contacto con sus labios.

-Qué rico me chupas, así, pasa tu lengua por mi clítoris, síiiii.

Disfruté recorrer su espalda con mis dedos mientras él me tocaba suavemente y metía su mano en mi entrepierna y rozaba mi vagina.

-Aahh, qué rico me tocas, así, sigue. Haz que me empape, anda.

-Sigue así, bésame, déjame sentir tus labios mientras te toco.

Como es de imaginarse, mi calentura estaba al tope. Ya no pude aguantar más y me monté sobre él para apreciar sus hermosos ojos azules con claridad por primera vez. Mi boca comenzó a saborearlo y mi lengua disfrutó su sabor. Me detuve en su cuello para continuar el recorrido por su pecho y su abdomen. Paré por una pequeña probadita de su riquísimo pene, ya húmedo para ese entonces, y me detuve en sus huevos que lamí hasta hartarme mientras mi mano frotaba su miembro erecto y lo hacía chorrear un poco más.

Las velas y el ambiente con Depeche Mode Lounge de fondo hacían que nos pusiéramos más y más calientes y que la adrenalina nos invadiera al máximo.

-Voltéate, quiero besar tu espalda.

-¡Qué rica boca! Así, sigue, embárrate en mí...

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