Una niña bien... mala / Cuando el aburrimiento nos separe

AutorMilah

Todas las parejas son diferentes, sin embargo una nunca tiene presente que, quizás, en algún punto, cada quien evolucione para distintos horizontes, así que cuando juras el día de tu boda que estarás junto a tu media naranja en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida hasta que la muerte los separe, en realidad no tienes la menor idea del compromiso que te acabas de echar encima.

A pesar de todo, soy una convencida de tratar hasta el final y por eso me encanta cuando yo formo parte de las fantasías de la última oportunidad.

Hace un par de semanas una de las chicas que me siguen en Twitter me escribió pidiendo un par de consejos para reavivar su relación, así que fuimos comenzando poco a poco con trucos que resultaron ir siendo un total fracaso.

-Cuando la relación llega al punto en el que nada lo logra sorprender, siempre aconsejo pasar al siguiente nivel: involucrar a terceros en tu fantasía.

-¿Estás segura? Pero yo sor súper celosa y no sé si aguante algo así.

Bastó una plática de café para que aquella amiga agarrara confianza y al fin se animara a incursionar en algo totalmente nuevo para ellos como pareja, así que puse manos a la obra y ¡no saben lo bien que todo salió!

Aprovechando la celebración de su aniversario, mi amiga logró convencer a su marido de pasar un fin de semana alejados de todo en Querétaro, así que yo me adelanté, les renté una habitación hermosa, la decoré con frutas con chocolate y corrí a dejar todo listo para el toque final al día siguiente.

Obviamente, luego de un arduo día de trabajo, y tres largas horas en carretera, aquél pobre hombre lo único que quería era llegar a descansar, así que, a sugerencia de su mujer, ordenaron "room service", o al menos eso creyó él.

-Milah, ya llegamos. ¿Tienes lista la cena?

-Claro, se las llevo en unos minutos.

Yo me había instalado en la villa de al lado, así que, en cuanto aquellos dos llegaron, fingimos que yo era la mesera y les llevé la cena que ya sabíamos que se le antojaría al susodicho, quien recibió mi escote pronunciado con muy buenos ojos desde el inicio.

-Buenas noches, ¿me permite acomodarle las cosas en su mesita?

Con una sonrisa me abrió la puerta por completo y me dio entrada hasta la salita de la villa, dando tiempo a que su mujer saliera del baño semidesnuda.

Al despedirme ella se acercó para firmar lo que pretendía ser un cargo a la habitación y mientras se agachaba a firmar yo me la comí con la mirada de pies a...

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