'Un bibliófilo rastrea, hurga en recovecos'

AutorFrancisco Morales V.

La refundación de la mítica librería Burroculto le tomó a su propietario, Max Ramos, nada menos que 12 pequeñas mudanzas, apenas las necesarias para trasladar una cueva de las maravillas.

Librero desde hace 22 años, desalojó la joya de sus cinco establecimientos con una gran satisfacción: durante toda su primera existencia, la ubicación secreta de ese cubil literario jamás fue divulgada por ninguno de sus clientes habituales, o bibliófilos, como prefiere llamarles.

"Cada uno de los bibliófilos guardó la secrecía", esgrime con orgullo, entrevistado en la nueva locación de ese espacio que lleva en el nombre la condición del tesoro que resguarda: oculto.

Desde hace cuatro meses, con el esmero y la precisión de un joyero, Ramos se ha dedicado a colocar en los viejos libreros de madera los cerca de 8 mil 500 volúmenes de primeras ediciones, ejemplares autografiados, raros e incunables que tuvieron que trasladarse, con sumo cuidado, en 500 cajas.

La parafernalia libresca del Burroculto ya comienza a poblar la nueva sede, situada en un barrio indecible, en una calle incógnita y número privado de la Ciudad de México.

"El bibliófilo es especialista en ser un gambusino, en rastrear, en meterse por los recovecos", dice Ramos, a quien no le preocupa que la clientela de la vieja librería -que tuvo que mudarse por los caprichos del mercado inmobiliario capitalino- llegue al nuevo sitio.

"Ahí está el secreto del asunto: el bibliófilo es un buscador empedernido. No hay nada que le impida hacer rastreos, hacer búsquedas; es un enorme metiche, y eso es justamente lo que le permite ser sagaz y, de repente, encontrar cosas que andaba buscando".

Esa misma alegría de encontrarse, de súbito, con el libro preciso, o de cazarlo arduamente por toda la ciudad, es la que anima el nombre de su primera librería, El Hallazgo, fundada en 1999 en Mazatlán 30, en la Condesa.

Vendría después la bodega de libros Niña Oscura, la librería Jorge Cuesta y los dos sitios secretos, únicamente accesibles por invitación, donde atiende a los más acérrimos bibliófilos, Burroculto y La Mula Sabia.

Y aunque cada uno de estos espacios tiene una personalidad propia y un acervo distintivo, todas comparten una cualidad extraña en una ciudad tan ajetreada: una vez cruzadas sus puertas, el mundo de afuera enmudece y se accede a una suerte de refugio.

ORFANDAD Y REFUGIO

Originario de Puebla, Ramos pasó toda su infancia, pubertad y adolescencia rotando en instituciones del Estado para niños...

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