Bernardo Graue Toussaint / Un llamado a la mesura

AutorBernardo Graue Toussaint

En los días que corren, es claro y observable que el país se encuentra entrampado en una discusión política absurda. En el último mes, cinco temas han dominado el debate político nacional: los colchones de París, el sueldo de Nicolás "Nico" Mollinedo (el asistente de Andrés Manuel López Obrador), las "píldoras del día siguiente" y las amenazas obispales de excomunión a quien las use, el artículo del Financial Times respecto de Vamos México y el debate en torno a las intenciones o posibilidades de una candidatura presidencial de Marta María Sahagún Jiménez (hoy señora de Fox). Ya hubieran querido los protagonistas de la Convención Nacional Hacendaria ocupar los espacios periodísticos de cualquiera de esos cinco temas.

Sin descalificar la importancia de esos asuntos, lo que resulta preocupante es que ésa fue la agenda nacional durante 30 días. Cualquier extranjero que hubiese vivido en México durante el mes de enero pensaría que el país tiene sus problemas resueltos y que, por lo mismo, puede darse el lujo de distraer sus esfuerzos. ¡Como si a este país le faltaran pobres!

No es grato ver que México y su clase política se encuentren tan profundamente distraídos respecto de temas humanamente fundamentales e, incluso, impostergables para la mayoría de los mexicanos. Esta distracción y rutinaria banalización es producto del descuido e irresponsabilidad de muchos (cada uno con su respectiva proporción de responsabilidad): del presidente Vicente Fox Quesada, de su señora esposa (que ya nos tiene aburridos), de la mayoría de su gabinete, de los líderes de todos los partidos políticos, de los diputados y senadores, de los "gobernadores-precandidatos", de un jefe de Gobierno (autodenominado "indestructible" y "cadáver voluntario"), de precandidatos presidenciales de toda clase, de agrupaciones y cámaras empresariales, de arzobispos, obispos, párrocos y sacristanes (hoy "opinadores" profesionales de misas a las cuales no siempre están convocados).

Al estrépito que producen todos estos personajes (víctimas de su propia "incontinencia oral") se suma el trabajo de muchos medios informativos constituidos, muchas de las veces, en una especie rara de "tribunal-amplificador-deformador" de la realidad nacional.

Esta situación me recuerda la casa donde conviven tres hijos adolescentes, donde ninguno está dispuesto a escuchar la música del otro. Cada uno pone su música con mayor volumen para poder disfrutar de su grupo favorito. En esa casa no se escuchará...

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