Bernardo Barranco V. / Los caminos de Dios: ¿Quién gobierna la Iglesia?

AutorBernardo Barranco V.

El estado de salud del papa es delicado, todos constatamos el suplicio de una persona que lleva a cuestas el destino de una Iglesia sacudida; Giancarlo Zizola, uno de los vaticanistas más sólidos en Roma, externa que a las afecciones del Papa debemos también sumar las patologías de la propia Iglesia, el verdadero padecimiento que se sufre, son los padecimientos crónicos de una institución autocrática.

Efectivamente, se respira una inquieta atmósfera sucesoria, en los pasillos del Vaticano se perciben los cabildeos tensos, las alianzas se tejen o se renuevan con intranquilidad, se calcula y se mide la correlación de oportunidades entre los actores involucrados en la sucesión del Papa. Este estado de ánimo se ha vivido varias veces. Desde hace más de un cuarto de siglo se presenciaron dos cónclaves seguidos, en aquel lejano 1978, el año de los tres papas.

Ahora se percibe la sucesión de Juan Pablo II como uno de los acontecimientos más importantes y esperados en estos inicios del siglo XXI. Así debemos interpretar las reveladoras declaraciones de Angelo Sodano, secretario de Estado y número dos del Vaticano, quien sentenció que "la dimisión dejémosla a la conciencia del Papa". Es claro que Sodano se protege, o se cura en salud, pues es señalado como el principal beneficiario del vacío de poder, dejado por el decaído Papa. Sin embargo, la declaración podría representar la insostenible situación de una Iglesia acéfala y la creciente presión de diferentes contrapesos como las conferencias episcopales de Alemania, Brasil y de Estados Unidos que rechazan el excesivo centralismo e intervencionismo vaticano.

El Papa que no quiere ni abdicar ni morir

La repentina hospitalización del Papa el pasado martes 1 de febrero puso bajo tensión, una vez más, los dispositivos ligados a la sucesión; los cardenales electores se pusieron expectantes y en estado de alerta con estudiada discreción. Los medios de comunicación se volcaron en asedio sólo contrastados por los tranquilizantes mensajes de los voceros del Vaticano encabezados por Joaquín Navarro Valls.

Todo el aparato de la Santa Sede se mantiene con aparente calma y nerviosa normalidad. A los analistas, aun aquellos expertos en cuestiones vaticanas, les tocará el análisis con buena cuota de especulación. No es la primera vez, en los últimos 10 años en los momentos de merma en la frágil salud del Papa, que las miradas se centran en el colegio cardenalicio, cuyos miembros menores de 80 años serán los electores del nuevo pontífice.

La última crisis la recordamos en septiembre de 2003 cuando Juan Pablo II se desvaneció en una visita a Eslovaquia, se tejieron entonces importantes versiones de que el Papa dimitiría ante aquella asamblea extraordinaria de cardenales y presidentes de conferencias episcopales que festejara el vigésimo quinto aniversario del anciano pontífice.

Efectivamente, el derecho canónico establece en la segunda parte...

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