Bernardo Altamirano Rodríguez / ¿Movimiento emprendedor?

AutorBernardo Altamirano Rodríguez

Ciudadanía y empresa son dos pilares interdependientes de la democracia, que se edifican con la fuerza y dinamismo de las libertades políticas y económicas. En México, un determinante de nuestra transición democrática ha sido construir consensos en torno al primer tipo de libertades para empoderar al ciudadano. En cambio, el segundo tipo ha motivado la mayor polarización y no ha robustecido claramente a la empresa. Desde nuestra independencia no hemos entendido el papel del Estado en la economía, lo que ha impedido consolidar una cultura emprendedora, que surja del individuo mismo e incida en su entorno. Nos hemos preocupado más por abrir mercados, que por incentivar empresarios reales. Lo anterior representa un inminente riesgo, pues tenemos una democracia con déficit de empresas y emprendedores.

Los programas a favor de los changarros de Vicente Fox, de las Pymes de Felipe Calderón o del emprendedor del Presidente Peña Nieto, no encontraron la mejor fórmula para promover el espíritu de la libre empresa y el valor que esto representa para construir una mejor comunidad. Programas vienen y van, pero coinciden en la premisa de entregar recursos, sin necesariamente generar capital humano ni social. Esta mala inversión de dinero público ha sido evidenciada por la Auditoría Superior de la Federación, quien demostró la falta de control y de supervisión del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) en el otorgamiento de recursos por casi mil 500 millones de pesos, así como la carencia de indicadores o metas para evaluar cuántas empresas han sido creadas y su impacto. En este sentido, al igual que ocurrió con los temas agrario, indígena, partidos políticos, combate a la pobreza, etcétera, el emprendedurismo se convirtió en un movimiento -a la mexicana-, pues implicó burocratizarlo y crear fondos discrecionales y sin impacto efectivo. Debe romperse esta inercia y el terreno de la empresa puede ser el que detone un cambio profundo en la concepción de los programas sociales. Y es que queremos empresarios que innoven y ejerzan libremente sus profesiones, no que se vuelvan expertos en bajar fondos públicos en un entorno poco claro.

Lo anterior además cobra relevancia ante un presupuesto 2017, que recortó casi la mitad de los recursos de los fondos que maneja Inadem, mismos que este año ya habían sido reducidos en un 20 por ciento respecto de 2015. En este periodo se han ejercido cerca de 17 mil millones de pesos. Ante estas...

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