BENCHMARK / El radio del diablo

AutorJorge A. Meléndez Ruiz

Rápido, de botepronto: nombre 3 problemas presentes en cualquier empresa. ¿Ya? Quizás apuntó falta de liderazgo, de productividad y una competencia feroz.

Pues sí, grandes retos. Pero aquí le va uno más en boca de un ex Beatle: "los chismes son el radio del diablo". ¿Y a poco este radio no está prendido a todo volumen en muchas organizaciones?

George Harrison tiene razón. Entrémosle al tema de los chismes en la oficina, empezando con un par de definiciones.

De la Real Academia: "comentario con el que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras".

Y una que me gusta, del consultor y autor Mike Myatt: "hablar de una situación o persona con alguien que ni es parte de la solución ni parte del problema".

O sea, hablar a espaldas. Algo que de acuerdo con un artículo del Harvard Business Review (HBR), muchos ven como inevitable.

"Los chismes son una parte importante de la vida, no sólo de la oficina. Conocemos quiénes somos por lo que la gente nos dice y por lo que dicen de nosotros", explica Kathleen Reardon, profesora de USC.

Ah, y todo mundo lo hace. "Investigaciones demuestran que todos participan en distintos tipos de chismes: neutros, positivos y negativos", asegura Joe Labianca, profesor de la U. de Kentucky.

Desde un punto de vista neutro, el autor Joseph Grenny comenta cómo los chismes pueden ser útiles.

"Es una fuente de información valiosa para todos los que no confían en los canales de comunicación formales", dice en el HBR.

Pues sí, es cierto. Y vaya que a veces en las organizaciones los canales formales de comunicación penalizan un diálogo abierto y franco. ¿La alternativa? Los chismes.

Perfecto, esto me parece bien y, de hecho, sería importante estar conectado a este tipo de mensajes. Pero mi observación es que la gran mayoría de los chismes entran en otra categoría: la grilla.

O, como dice Grenny, los chismes también sirven como:

  1. Válvulas de escape al enojo y frustración.

  2. Armas para librar conflictos interpersonales.

Y aquí el problema: los chismes podrán empezar neutros, para suplantar vicios en los canales formales de comunicación, pero es imposible pararlos ahí. Su camino hacia la grilla es inevitable.

"El problema del chisme es que refuerza la enfermedad que lo generó (los vicios en los canales). Es pernicioso y se convierte en una profecía autocumplible. Como no confío en los canales, chismeo, y el chisme refuerza mi sentimiento de desconfianza", explica Grenny.

Totalmente de acuerdo. Es más, yo iría más...

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