BENCHMARK / Se necesita un forastero

AutorJorge A. Meléndez Ruiz

"Tu nuevo editor es judío, ¿verdad? Nada más llegó y de repente todos (en el periódico) están interesados en la Iglesia católica. ¿Sabes por qué? Porque se necesita un forastero".

Parte de un profundo diálogo de Spotlight, el excelente filme que acaba de ganar el Óscar a la mejor película.

El intercambio se da entre el abogado de origen armenio (un forastero) Mitch Garabedian y el reportero Mike Rezendes del Boston Globe. El litigante, que representaba a 118 víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, hace referencia a Marty Baron, quien era el nuevo director editorial del diario.

Efectivamente, Baron era un forastero.

No sólo era judío, sino que venía del Miami Herald y no tenía ninguna conexión con Boston (ni siquiera le gustaba el béisbol, un "pecado" en esa urbe). Pues este "extranjero" tuvo un rol clave en empujar una investigación periodística hasta ese entonces ignorada.

Garabedian tiene razón: a veces se necesita un forastero para romper la inercia y contemplar nuevas avenidas. En los negocios, para retar al estatu quo y lograr algo clave hoy en día: innovar.

"Hay un valor inmenso en la perspectiva de alguien de fuera que no tiene anteojeras (como las de los caballos). El forastero hace nuevas conexiones y cuestiona dogmas prevalentes", explica Gregg Fraley.

El autor y consultor explica que no se trata de escuchar a cualquier forastero, sino a uno(a) que sea experimentado y tenga conocimientos amplios y diversos, aderezados de una buena dosis de curiosidad. Si lo encuentra, escúchelo. Discrimine e implemente lo que sea valioso.

¿Otra forma de encontrar "forasteros"? Abandonar el confort de la oficina y adentrarse en el mundo de sus clientes y competidores.

"El mundo real es caótico. Lidiarás con resultados inesperados e irracionalidad. Ahí es donde encontrarás revelaciones. De otra forma, sólo reconfirmarás lo que ya sabes", explica David Kelley en el HBR.

El director de la escuela de diseño de Stanford y de la firma IDEO recomienda un debate diverso (piénselo, no es otra cosa que una mesa de forasteros) para fomentar la creatividad y retar lo "aceptable".

"Abandonar ideas que ya no funcio y aceptar las de otros requiere humildad. Al colaborar se sacrifica control sobre el producto, equipo y hasta el negocio. Pero las ganancias creativas más que lo compensan", señala.

¿Sabe qué? Más vale hacerlo. Porque el mundo de hoy es ultracompetitivo. Y muchas empresas pequeñas ya han derrumbado a gigantes con "tecnologías disruptivas"...

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