Estados batalla, en la mira de Trump y Biden

Víctor Sancho, corresponsal

WASHINGTON, EU., octubre 28 (EL UNIVERSAL).- El sistema electoral estadounidense es caprichoso, tanto que los candidatos parece que no hacen campaña para ser presidentes de todo el país, sino para gobernar sólo un puñado de estados.

No es por voluntad de abandonar o ningunear más de la mitad del territorio y la población: es sólo cuestión de cálculo político, matemáticas electorales, que llevan a pensar sólo en unos pocos territorios: los denominados battleground states, los estados batalla donde se decide quién gana las elecciones y, por tanto, recibe las llaves de la Casa Blanca.

También se les llama swing states, estados péndulo o estados bisagra por su cambiante color político, virajes que se producen por cambios demográficos, tendencias ideológicas o el tipo de candidato y propuestas que se presentan.

Pero al fin y al cabo la idea es la misma: es donde están todas las miradas, los únicos donde importa qué votan, qué candidato eligen, a quién dan sus delegados del colegio electoral.

Los equipos de campaña hacen cálculos, dibujan mapas, ponen y quitan estados de su columna de intereses. El equipo de Donald Trump, por ejemplo, calculaba a principios de septiembre hasta siete escenarios en los que el candidato republicano podía cantar victoria.

Hacer un seguimiento de los estados a los que viajan los candidatos, sus equipos y demás representantes permite hacer un análisis clarísimo de qué estados están en juego, dónde ven que pueden ganar o perder más apoyo, y qué importancia le dan a cada región en su juego para sumar los electores suficientes para llegar al Despacho Oval.

La división en el país, cada vez más polarizado, hace que los estados batalla se puedan contar con los dedos de las manos.

En un sistema electoral donde el voto popular no tiene importancia a nivel nacional, aquellos territorios donde la tendencia ideológica es muy clara (California para los demócratas o Virginia Occidental para los republicanos, por poner un par de ejemplos) pierden todo interés en el ciclo electoral.

Los candidatos no pisan esos lugares, porque sería una pérdida de tiempo en la odisea de seducir a los votantes que realmente importan: los de los estados bisagra.

Por eso existen quejas de que las campañas políticas estadounidenses, en muchos casos, sólo incluyen en su programa elementos que interesan exclusivamente a unos pocos territorios.

Hablan del regreso de la industria automotriz cuando es un tema que importa casi...

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