Bajo el tic tac de 12 relojes

CADA MINUTO que pasa es un triunfo si el enemigo a vencer es el tiempo.

En dos guardias como policía privado, desde las 6:00 hasta las 18:30 horas, resguardando las estaciones División del Norte y Ávila Camacho del Tren Ligero, el tiempo pasó lento.

Los talones y el empeine arden a cierta hora del día en la que ya sólo se puede ser un paciente espectador de cualquiera de los 12 relojes digitales que cuelgan del techo a lo largo de los andenes.

“¿Cómo se le hace para no aburrirse?”, se le pregunta a una vigilante que trabaja desde hace 9 meses en la guardia nocturna resguardando la estación.

“Uno se acostumbra, pero bueno, el cansancio en los pies aunque uno esté acostumbrado la verdad que sí duelen”, contestó.

“¿Pero es menos pesado en la noche?”, se le interrogó.

“Pues te supervisan, no te puedes dormir, además es refeo porque se queda todo oscuro, apagan todas las luces”, explicó la mujer.

Algunos custodios prefi eren el interminable paso de gente en las estaciones más concurridas como Juárez, pero otros apuestan por la tranquilidad de un andén que apenas registre movimiento o el trabajo por la noche, en medio de una oscuridad anónima.

Lo cierto es que después de 10 horas de guardia, el hambre, los pies, el tedio, nadie los niega.

Unos cargan aspirinas, otros se resignan, la mayoría prefi ere no quejarse, como si callar pudiera eliminar la fatiga.

El temor compartido de los compañeros a recibir un reporte, los cuales son acumulables y...

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