Una colección bajo las sombras

AutorFrancisco Morales V.

Junto a la chimenea, la mirada altiva de Henri Matisse parece dirigirse, con recelo, al hombre pintado en el cuadro contiguo, un supuesto modelo de Rembrandt que mira de frente.

Desde el sillón de su sala, a media luz, María Teresa Rodríguez Almazán, mujer blanquísima de ojos azules, devuelve la mirada y se congratula.

"Ese cuadro de Matisse, ese autorretrato, se lo regaló Matisse a mi abuelo", cuenta: "Tenían unas novias los dos en Estados Unidos, en el Estado de Colorado. Tuvieron a unas hermanas que eran novias, una de uno y otra de otro".

Tan sólo en la estancia, ambos cuadros conviven con Utrillo, Kahlo, Van Dongen y Renoir. En las escaleras y primera planta, asoman Miró, Rivera y Picasso, entre otros grandes maestros que conforman un acervo de alrededor de 300 piezas.

Pero la colección está envuelta en sombras, pues las obras carecen de documentos de autenticidad.

"En el tiempo que mi abuelo compró, por supuesto que nunca le cruzó por la cabeza que algún día se iban a necesitar papeles para autenticar tal o cual obra, ¿verdad? Y cuando mi papá compró, pues tampoco", refiere.

Cualquier evidencia de los tuteos de la familia Rodríguez con el mundo del arte desapareció cuando los hermanos de María Teresa se deshicieron de los documentos de dos generaciones, asegura.

El iniciador de la colección, y supuesto compañero de amores de Matisse, se llamó Daniel Rodríguez Marín, boticario de Chihuahua, diputado local en la XXVIII Legislatura, de 1911 a 1913, y, según la coleccionista, primo de Pascual Ortiz Rubio.

En supuestas travesías por el mundo, señala, el chihuahuense contactó a artistas para comprar piezas de sus manos. Su hijo, Héctor Daniel Rodríguez Acosta, hizo lo propio después con creadores mexicanos como Rivera y Kahlo.

De eso, más allá de anécdotas, no hay constancia.

"Todos los documentos, a la basura. 'No sirve, a la basura, a la basura'. Hasta la ropa de mi papá. Nunca entendí por qué", cuenta sobre el despojo.

Aunque no dice nombres, reconoce que críticos de arte y directivos de museos -"seudoexpertos", les dice- han ninguneado su colección por la falta de papeles, adheriéndole el adjetivo maldito en el mundo del arte: falsa.

Eso no impidió que en abril la Universidad Anáhuac del Norte celebrara su medio siglo con la exposición 50 años, 50 artistas, Encuentros y paralelismos, con 21 piezas de la colección de Rodríguez Almazán.

En el catálogo, junto a obras de la Colección Andrés Blaisten, se muestran las obras Abstracto azul, de...

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