Bajo la luz de Toulouse

AutorIvett Rangel

Enviada

FRANCIA.- Toulouse espabila de golpe los sentidos. Un aroma a violetas la perfuma y un vestido de ladrillos expuestos, que se colorean de rosa cada atardecer, la arropa.

Su rostro de fachadas italianas con acentos españoles, cuyo color le ha dado el título de "La Ciudad Rosa", conquista, incluso a quien la mira de reojo. Arrebata con la majestuosidad del Capitole y sus principales recintos religiosos: la Basílica de San Sernín y la Catedral de Saint-Étienne, o las casas que se enriquecieron en el siglo 16 gracias al comercio del pastel, planta utilizada para teñir de azul la ropa.

Y sus mercados al aire libre resultan una profunda tentación con sus accesorios, ropa y antigüedades a la venta.

Toulouse tiene una energía bulliciosa que agita la respiración no sólo de sus más de 435 mil habitantes (casi un tercio está constituido por estudiantes), sino también de los que están sólo de paso, por lo que es sencillo dejarse perder entre los brazos serpenteantes de esta capital de la región Midi Pirineo y enamorarse de su personalidad, tan francesa.

La ciudad llega al corazón por el estómago y se antoja saborearla a través de sus tiendas de hierbas y especias, locales de donde emerge el olor a croissants y baguettes recién horneados y restaurantes que excitan el apetito con delicias como el foie gras, quesos, embutidos o el cassoulet (el plato tolosano por excelencia).

Esta urbe habla pronto de sus historias si le invitas un café, una copa de vino o un armañac (su bebida más famosa) en la terraza de algún bar. Por sus calles, recuerda, han pasado hombres tan importantes como el pintor Henri de Toulouse Lautrec, quien compraba los remedios para sus males en la esquina de Lois, donde hoy está una...

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