'¡Se bajan o los matamos!'

AutorCarlos Marí

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COSOLEACAQUE, Ver.- Gustavo Adolfo Garnica es uno de los indocumentados centroamericanos que, por no haber pagado una cuota de 100 dólares al crimen organizado, fue obligado a tirarse del tren en movimiento la noche del miércoles.

Asegura que él, como los otros más de 300 compañeros que iban en el lomo de los vagones, no traían dinero, por lo que suplicó que le permitieran seguir en la ruta, pero fue en vano.

"Tenía unos 25 minutos de haber salido de Coatzacoalcos, cuando se subieron cuatro sujetos que nos preguntaron que si habíamos pagado una dichosa cuota de 100 dólares pero la verdad casi todos no teníamos para pagar ni quién nos ayude, pues sólo salimos de nuestro país con nuestra fe en Dios.

"Pero ellos dijeron a los que no habían pagado: '¡O se bajan o lo matamos!', recuerda el migrante de origen hondureño sobre ese atraco registrado a la altura del poblado Las Barrancas.

Tras la amenaza, dice, se aferró a no soltar las escalinatas del vagón, pero por los golpes de machete que recibió, se dejó caer y sufrió varios golpes, por lo que al igual que otros 9 fue rescatado por socorristas que acudieron al paraje y trasladado al Hospital General de Minatitlán.

Sin embargo, por la amenaza que sufrió, Gustavo Adolfo confiesa al abandonar el hospital, que no volverá intentar viajar a Estados Unidos.

Para el Gobierno de Veracruz, los hechos violentos obedecieron a un riña entre los mismos viajeros, pero los testimonios, como los de Gustavo Adolfo, y al menos otra decena de ellos, advierten de un asalto masivo y violento por sujetos armados que atacan los vagones uno por uno.

"Venían de vagón en vagón, desde adelante hacia atrás. Unos siete que estaban armados con machetes y pistolas se quedaron en el primero, con los que pagaban; mientras que otros dos, uno con un machete y otro con una pistola, avanzaban por los techos de los vagones", sostiene Luis Ortiz, un nicaragüense que se refugió en la capilla de Las Barrancas.

"A mí me tocó ver cómo los aventaban o se dejaban caer, pero el tren no paraba, venía con velocidad. Apenas me bajé cuando me apuntaron desde lejos con el arma, pero a varios si les dispararon", agrega.

"He viajado en tren en otras ocasiones a California, pero esta es la primera vez que sufro y ya no vuelvo a viajar, porque me tocó caer y rasparme todo el rostro. Llegué hasta acá todo ensangrentado porque preferí aventarme antes que lo hicieran ellos", lamenta el hondureño Carlos González.

"Ojalá y hagan algo las...

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