Aves implacables

AutorLuis Carrillo

“Que los aficionados sigan creyendo en nosotros”, declaró sonriente Pável Pardo unos minutos después del 3-1 que le propinó América a Tigres ayer en el Estadio Azteca, triunfo con el que los emplumados iniciaron la defensa de su título y ratificaron que, en este Apertura 2005, van en serio por otra corona.

Y gran parte de lo que requieren las Águilas para buscar el bicampeonato se combinó con éxito sobre la grama de juego en este arranque de torneo.

Un Cuauhtémoc Blanco consciente de que la hinchada le pide “matarse” a sus 32 años, un Claudio “Piojo” López desquiciando por la izquierda y un Kléber Boas potente e incisivo en el corazón del área, fueron tres argumentos suficientes para hacer de los norteños la primera víctima del campeón.

El reciente régimen de transferencias tuvo efecto directo en el partido y le obsequió una ventaja inicial a Tigres cuando el ex felino, Irenio Soares, fauleó a Walter Gaitán en las afueras del área, misma que canalizó magistralmente Jaime Lozano con el segundo tiro libre que le anota a Guillermo Ochoa en menos de seis meses.

La anterior ocasión que el jugador “Hecho en C.U.” le anotó a las Águilas se dio en la Fecha 10 del Clausura 2005, cuando los Pumas perdieron 3-2 ante los emplumados en el Olímpico Universitario.

Tigres pudo ampliar la diferencia en el electrónico en dos ocasiones, primero a través de Néstor Silvera y después en una jugada a boca de jarro de Walter Gaitán, pero si de algo pecó el visitante ayer fue de displicencia, cuestión que dejó con vida a las Águilas.

Con el desdén y la apatía de los pupilos de Leonardo Álvarez, bastaron unos minutos para que el ataque de los emplumados despertara, se reencontrara y explotara como hasta hace unos meses.

Pegó el “Piojo”, luego Cuauhtémoc y, después el recién ingresado Reinaldo Navia, quien aprovechó la marcación de un penal y de inmediato exigió el esférico para disparar.

Fue el tanto más celebrado de la tarde y no era para menos. La hinchada sabía que, con esto, el andino acababa de culminar casi ocho meses de angustia, de espera y ausencia en la Liga, producto de una lesión en su rodilla que lo privó de jugar el certamen del título.

Todavía Navia tuvo para hacer el cuarto gol a metro y medio de la portería, pero tampoco podía jactarse de estar completamente en forma y, descompuesto, mandó el balón a la décima fila de butacas, donde la Nación Azulcrema le respondió con aplausos. Para la prolongada ausencia del artillero, ha sido un afortunado...

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