La aventura del progreso

AutorGabriel Trujillo Muñoz

Julio Verne (1828-1905) va a cautivar, desde sus primeras novelas, la imaginación de los lectores. Su seducción literaria parte de una prosa ágil, unos personajes vivaces y entrañables y una capacidad de describir territorios desconocidos (el fondo del mar, el interior de la tierra, África y el Océano Pacífico, la Luna y las regiones polares) como si fuera un periodista mandando sus textos desde el lugar mismo de los hechos. En contraste con el pesimismo típico de la literatura utópica de su tiempo, Verne no se burla de la ciencia o de la idea de progreso, sino que las adapta como sus estandartes y las promueve en sus novelas. Y no es que Verne haya sido un autor ingenuo, que no vea los peligros de una ciencia desbocada, dueña del mundo, como las novelas de su vejez lo demuestran. Nuestro autor, sin embargo, cree que los beneficios de la ciencia exceden a sus perjuicios, que los recursos naturales están allí para ser expuestos como fuentes del conocimiento. Verne, sin duda, es un espíritu feliz de vivir en una época en que la ciencia abre las puertas, hasta entonces cercadas o prohibidas, de la naturaleza y el cosmos. Y ofrece explicaciones asombrosas para todos los fenómenos naturales habidos y por haber.

Julio Verne es, así, el cantor del progreso humano, de la civilización en marcha que está hambrienta de cambiar la vida, de transformar el mundo. Un cantor que cree que el mañana no sólo traerá cosas nuevas sino cosas buenas, retos inéditos, inventos útiles a todos. Y aquí lo nuevo se sintetiza en mejores comunicaciones y transportes, en maravillas tecnológicas que lleven a la humanidad a lugares donde nunca antes ha ido ni imaginaba llegar. De ahí que la narrativa de Verne sea, antes que otra cosa, un triunfo del poder de la imaginación, una literatura nacida de la especulación científica.

El ser humano, para Verne, es la medida de todas las cosas. Pero nuestro autor sabe que el nuevo protagonista de la civilización industrial no es el individuo sino el equipo de trabajo, el grupo que, en conjunto, es mayor que la suma de sus partes porque en él están representados el científico, el sabio, el guía que conoce las costumbres aborígenes, el militar que sabe cómo enfrentar los peligros, la muchacha que es una eficaz enfermera, etcétera. Todos héroes del conocimiento. Todos expertos en su respectiva especialidad y partes fundamentales para que el grupo sobreviva a todos los obstáculos de su viaje.

Por eso la literatura de Julio Verne no ha...

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