Avatares de una joven nación

AutorIrene Savio

Enviada

TALLIN, Estonia.- "Welcome, Wilkommenn, Bienvenue". El cartel de bienvenida de Tallin revela un sentido de hospitalidad que los viajeros de ayer no recordarán. Estonia, independizada de Rusia tan sólo hace 17 años, se acostumbró rápido a los extranjeros. Y a sus hábitos, superándolos.

Que el viajero no se sorprenda, por ejemplo, si un estonio le dice que puede pagar el autobús, sus compras o la entrada del cine con un mensaje de texto de un teléfono móvil local. En Tallin es posible. Así como conectarse gratuitamente con su computadora en cualquier sitio de la ciudad a cualquier hora del día o de la noche.

Y si la informática es el símbolo de la modernización estonia, la joya de la corona más fascinante es la sala del Consejo de Ministros, en la colinas de Toompea (la Ciudad Vieja, en idioma estonio). Ahí, desde marzo de 2002, el papel casi desapareció por completo de las reuniones del Gobierno de este país. Todo se realiza a través de las computadoras, incluso las quejas de los ciudadanos y los documentos administrativos de la ciudad.

Pero si bien las ansias modernistas estonias están centradas en la tecnología, estas no son las únicas novedades que se han desarrollado después de su independencia. Además están los museos de la parte moderna de Tallin.

Uno de ellos es el imponente y recién estrenado KUMU, un edificio de caliza y cristales verdes que en 2008 ganó el premio internacional de Museo del Año. Situado a pocos metros del parque Kadriorg, a 2 kilómetros del Casco Antiguo, el KUMU alberga todo tipo de piezas extravagantes de los artistas estonios contemporáneos. "Te puedes perder en él porque trasmite una sensación surrealista", explica Maret, un turista de Finlandia quien también aconseja visitar el cercano parque Kadriorg, en cuyo centro, rodeado de altísimos árboles y lagos, se erige el renacentista Palacio de Kadriorg.

Es, sin embargo, el Casco Antiguo, con su Plaza del Ayuntamiento (también llamada Raekoja) el verdadero centro de la vida social de la ciudad. Durante la época medieval servía tanto para el mercadeo como para las ejecuciones. Ahora está inundada de terrazas, bares y restaurantes que permiten contemplar las bellas fachadas de colores pastel de los edificios mientras se degusta una buena comida o un refresco.

A pocos metros de allí, algunos se sorprenderán de encontrarse tan lejos pero tan cerca de casa. Esto sucederá, por ejemplo, en el Texas Honky Tonk, un extravagante y variopinto restaurante de comida...

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