Auguran al libro futuro electrónico

AutorErika P. Bucio

La digitalización de libros, con o sin Google, ha sembrado tensión y nerviosismo en la República de las letras impresas pero aún es temprano para saber cómo la nueva modalidad de lectura en pantalla transformará la relación de los lectores con lo escrito.

Lo que ha surgido de la tercera jornada del Congreso Internacional del Mundo del Libro, dedicada a debatir sobre los nuevos modos y espacios de la lectura, son sobre todo preguntas.

"¿Estamos ante la próxima extinción del libro, este maravilloso conjunto de hojas impresas en tinta? ¿Acaso las pantallas de computadoras son los artefactos que sustituirán a los libros impresos? ¿Qué papel tendrá el papel en el futuro", se preguntó el antropólogo Roger Bartra.

El autor de La jaula de la melancolía concibe al libro como una prótesis artificial que por siglos ha tenido funciones que el cerebro por sí mismo es incapaz de realizar: almacenar toda la información que genera la sociedad.

"Si el libro es una prótesis que forma parte de nuestras redes exocerebrales, no debe extrañarnos que pueda evolucionar hasta convertirse en un artefacto electrónicamente sofisticado que mantenga la sencillez original del invento pero la combine con los extraordinarios recursos de la digitalización", argumentó.

De hecho pidió a los editores darle una oportunidad al papel electrónico, utilizado por el Reader de Sony y por el Kindle de Amazon, cuya calidad aún es pobre, pero que en el futuro podría sustituir a las "incómodas pantallas tradicionales de computadoras".

El historiador Roger Chartier aventuró que la revolución digital obligará a una revisión radical de las nociones asociadas a lo escrito. Por principio de cuentas, planteó, la pantalla no es una página y conduce a una lectura fragmentada del texto y cambia el orden del discurso.

"¿Propone (el texto electrónico) una nueva presencia de lo escrito, capaz de enriquecer el diálogo que cada libro entabla con cada uno sus lectores? No lo sé, los historiadores, como saben, son los peores profetas", dijo.

Chartier mostró cautela ante la posible biblioteca universal que permitiría la digitalización: "La conversión digital de las colecciones existentes, con o sin Google, promete constituir una biblioteca sin muros, donde se accede a todas las obras publicadas, a todos los escritos que constituyen el Patrimonio de la Humanidad".

La ambición es magnífica, admitió, pero abre una interrogante: "¿Qué implica esta transformación, esta violencia ejercida sobre los textos...

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