Atora México aviación civil

AutorAlejandra Buendía

Caro y burocrático resulta obtener la autorización para construir y operar una pista de aterrizaje en México. Y lo peor: no siempre se consigue.

Si un productor agrícola requiere fumigar sus cultivos vía aérea, para tener su propia pista debe cumplir con 29 requisitos que lo obligan a pagar cientos de miles de pesos en un largo proceso que durará semanas.

En cambio, en Estados Unidos, un productor tan sólo necesita cumplir con tres condiciones en un trámite que se realiza en minutos, es gratis y no tiene que estarse renovando, como sucede en México.

Los aeródromos civiles, además de la transportación de personas, tienen diversos usos, como asistencia sanitaria, inspección de oleoductos y de tendidos eléctricos, operativos de las fuerzas de seguridad pública y de bomberos y entrenamiento, entre otros.

La Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) hace que los interesados en tener una pequeña pista pasen por un verdadero viacrucis.

Para empezar, tiene que presentarse una solicitud por escrito en la que se especifiquen las razones de la petición con nombre o razón social del solicitante y dirección y ubicación del aeródromo civil.

También exigen acta de nacimiento o acta constitutiva, identificación oficial, relación de los accionistas, constancia de inscripción en el registro correspondiente o la opinión favorable de la Comisión de Inversiones Extranjeras (en caso de que exista) y acreditación de uso de suelo.

Para acreditar la capacidad técnica, se pide la relación clasificada de los servicios que se prestarán, localización del aeródromo en una carta topográfica del Inegi y plano de configuración del aeródromo.

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