Así ven la educación

AutorAideé Molina

Estos maestros son un ejemplo de supervivencia al cambio, pues si alguna vez enseñaron a sumar con piedritas y educaron en jacales de leña, ahora promueven el uso de la computadora y la disciplina para la vida.

Testigos de los grandes logros y fracasos de la educación mexicana, ayer recibieron en las ceremonias oficiales del Día del Maestro el Premio Ignacio Manuel Altamirano por sus 50 años de labor docente.

Hoy comparten su visión sobre los actores y los retos del proceso educativo del pasado y el presente. Ellos son Andrea Martínez Mendoza, Blanca García Murillo, Ernesta García Guerra, Dora Martínez Chapa, Socorro Martínez Roque, Elvia Jasso González, Socorro Suárez Alpírez y Domingo Villarreal Gallegos.

La transformación del aula

Desde sus trincheras, frente al aula o dirigiendo escuelas, estos maestros galardonados tienen mucho que decir, luego de educar durante medio siglo a más de mil 500 alumnos de todos los grados de educación básica.

La maestra Andrea recuerda aquellos años en los que los alumnos usaban la pizarra (un especie de pizarrón individual) como libreta, y el tintero para escribir, misma época en la que el maestro era una autoridad, incluso, para un pueblo entero.

"Los libros eran libros de lectura. En esos tiempos, el padre de familia le decía al maestro 'aquí está mi hijo, viene a la escuela a educarse' y era común que el material fuera escaso, el pizarrón, gis, regla, metro".

Y era lo precario del aula lo que hacía más fuerte al maestro, señala la profesora Blanca.

"Salíamos al campo y recogíamos piedritas. Los recursos naturales eran nuestro material de clase".

Sin embargo, la educación tenía que evolucionar.

El maestro Domingo, único varón galardonado, considera que la reforma de la educación primaria en la década de los 70, por ejemplo, arrastró un gran fracaso escolar, cuando el contenido de las materias se dispersó y los libros fueron mal elaborados.

"Fue entonces que los niños se convirtieron en cargadores de papel y el maestro quedó desplazado. El maestro se dedicó a leer y el alumno a desarrollar ejercicios".

"Creo que ahora es tiempo de reconocer que tenemos conflictos graves internos. No tengamos miedo al cambio, creo que los que más se resisten al cambio somos nosotros los maestros, pero tenemos que hacerlo".

Y es que el aprendizaje se ha vuelto efímero. Los alumnos no aprenden bien, dice, los jóvenes llegan a tercero de secundaria y no tienen buena ortografía.

"Hay que acudir a los libros, no se cuánto leen...

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