Así y Allí / Laveaga

AutorAlvar González

Apenas la semana anterior, un especialista en la ciencia omnipresente de la estadística, me hablaba de la escasa respuesta que tenemos los que no ofrecemos nada sino acaso una dirección electrónica o tal vez un teléfono para a cambio de nuestras palabras escritas o dichas frente a un micrófono alguien -¡tú!-, diga algo. Está comprobado, me dijo, que menos del cuatro por ciento responde, y dentro de ese mínimo porcentaje rara vez son aportaciones más allá del testimonio del "te leo" o "te oigo"; que alguien enriquezca lo antesdicho, resulta excepcional.

Fue allá por el 97 cuando otras páginas periódicas acogían mis líneas y decires. Como ahora lo hago, aparecía al pie del artículo el mismo número telefónico que ahí ves (lo cual puede simbolizar mi pertinaz intención receptiva). Era la voz de un adulto que a partir de ese momento comenzó a llamarme "señor González" (nunca pude convencerle que me hablara de 'tú' ni por mi nombre). Había escrito ese día algo sobre un lugar de Jalisco que me tocó conocer antes de que le comenzara a caer la "bendición" turística (aunque "virgen" lo que es "virgen", no estaba), y en principio simplemente me dio las gracias porque por allá -en la Yerbabuena para ser exactos-, nació su señora. Como añadido a su llamada una invitación: "cuando quiera venga a visitarme, si le interesan los ferrocarriles..." Has cuenta (así lo digo) que me arrojó un anzuelo con sustanciosa carnada pues algo de chapopote ferroviario traigo en las venas y por aquel mi Juan González abuelo trenero (que incluso hizo gente de trenes a Don Margarito...)

A poco estaba en su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR