Ascenso y caída: 'Slobo' y sus sueños imperiales

REFORMA / Redacción

MADRID.- Slobodan Milosevic llegó a congregar a un millón de serbios en un mitin triunfal al principio de su carrera, pero cuando su entrega a la justicia internacional parecía inminente sólo unos miles de personas protestaron en las calles. Su estrella se apagó el 5 de octubre del 2000. Unas 300 mil personas llegaron a Belgrado de toda Serbia para obligarlo a aceptar que había perdido las elecciones, cuando aún maniobraba para convocar una segunda vuelta.

El 1 de abril del 2001, horas después de expirar el plazo dado por Estados Unidos a Yugoslavia si quería verse libre de sanciones, fue detenido bajo sospecha de abuso de poder y malversación de fondos y encarcelado en la Prisión Central de Belgrado. La causa tropezó por falta de pruebas y expiraba un nuevo ultimátum de Washington, que condicionaba su asistencia a la primera conferencia de donantes para Yugoslavia a la extradición de Milosevic.

El Tribunal para la ex Yugoslavia lo acusó en mayo de 1999 de crímenes contra la Humanidad, asesinato, persecución, deportación y violación de las costumbres de guerra en Kosovo y la Fiscalía investiga su actuación en Bosnia y Croacia.

"Yo duermo muy tranquilo y mi conciencia está en perfecta paz", dijo Milosevic en diciembre del 2000, en una de sus raras entrevistas, ya como líder de la Oposición en Serbia. Las crónicas de su ascenso al poder hablan de un hombre gris, un burócrata a la sombra de su amigo y Presidente serbio, Ivan Stambolic, que lo mandó a Kosovo el 24 abril de 1987, el día en que pronunció la frase que lo proyectó ante los serbios: "nadie osará pegaros".

Milosevic emprendió la tarea de abolir la autonomía de que gozaban los albaneses de Kosovo y no pestañeó a la hora de desplazar a Stambolic, quien confesaba en aquel tiempo que lo había "querido más que a su propio hermano".

Algún diplomático que se entrevistó con Milosevic para detener las guerras yugoslavas llegó a comentar que se ofendía sinceramente cuando se le llamaba "nacionalista". La Yugoslavia comunista daba síntomas de desintegración y Milosevic vio en la causa serbia un filón y en el mito de Kosovo, del heroico enfrentamiento contra el Imperio Otomano, su componente romántico. Prometió a los serbios el derecho a "vivir juntos en un solo Estado" y se ganó a un pueblo que se sentía discriminado en la Yugoslavia del croata Tito, que había despedazado Serbia dando la autonomía a las provincias de Kosovo y Voivodina.

El 28 de junio de 1989, con ocasión...

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