Arturo Márquez: Más allá del danzón

AutorLuis López

A ritmo de son, las cuerdas llevan una melodía que inicia en pianísimo, para poco a poco elevarse hasta llegar a un final explosivo y contundente, una invitación natural al aplauso.

De esa forma termina, tras nueve minutos de ejecución, el "Danzón No. 2", de Arturo Márquez, pieza que goza de enorme popularidad entre orquestas internacionales, montada por batutas del nivel de Gustavo Dudamel y Alondra de la Parra.

Sin embargo, la obra del compositor de 65 años, originario de Álamos, Sonora, va más allá de la emblemática pieza. Con su música ha rendido honor a las víctimas del 68, al revolucionario Emiliano Zapata y a la impulsora de los derechos humanos Malala Yousafzai, entre otros.

El autor visitó Monterrey esta semana para escuchar el estreno en la Ciudad de su pieza "La Leyenda de Miliano", así como para ofrecer una charla en el Centro de Compositores de Nuevo León.

En la plática, y luego en entrevista, el autor deconstruye los detalles de sus obras para conocer las historias que cuentan sus melodías.

1 Raíces folclóricas

Por el trabajo de su padre, violinista de mariachi, Márquez estuvo expuesto desde pequeño a múltiples géneros de música folclórica y popular.

Sus inicios en la música de concierto fueron con obras experimentales. Uno de los proyectos en los que participó fue una serie de piezas hechas entre compositores y fotógrafos; la iniciativa se llamaba, apropiadamente, "Música de Cámara".

Fue durante sus estudios en el California Institute of the Arts, de 1988 a 1990, que resurgió su gusto por el jazz, así como todo tipo de géneros populares.

"En esa época me estaba inquietando mucho la música de baile, la música de salón, la salsa, el son, el merengue, la música folclórica, y de alguna manera estaba yo empezando a mezclarlo con mi música", recuerda.

Es con ese trasfondo que surge su partitura más interpretada, el "Danzón No. 2", obra comisionada por la Orquesta Filarmónica de la UNAM y que compone en enero y febrero de 1994, tras empaparse del ambiente sonoro de los salones de baile.

"Nunca bailé, pero me gustaba mucho la música, me encantaba el ambiente del bailador, el güiro, la percusión, las danzoneras", detalla.

No por casualidad, la pieza surge al mismo tiempo que el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, un momento de grandes cambios en la historia nacional que se reflejan en la partitura, señala el compositor.

"Es una obra que tiene que ver mucho con la esperanza", comparte. "A lo mejor por eso a la...

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