Un arte nacido del amor filial

AutorGuadalupe Loaeza

Marcas, marcas, marcas; últimamente, los y las mexicanas, hemos estado escuchando muchos nombres de marcas. Muchas de ellas ya forman parte de nuestra vida diaria, incluso las llamadas "piratas" conforman nuestro guardarropa. Qué tan importantes y emblemáticas seguirán siendo que aun usadas son una garantía hasta en subastas o garage sale, ya que éstas son las que más llaman la atención, especialmente si son francesas: Chanel, Thierry Mugler, Givenchy, Hermés, Jean Louis Scherer, Balmain, Yves St. Laurent, Nina Ricci, etcétera. Sus iniciales transformados en "logo" siguen siendo, hoy por hoy, como llavecitas de oro que abren muchas puertas, la más deseada de todas ellas, la del estatus...

Sin embargo, tememos que Francia ya no produzca los líderes sin rival del mundo de la moda. Actualmente, las más famosas casas de alta costura emplean diseñadores estadounidenses, británicos, italianos y rusos. Sin embargo, estos diseñadores todavía insisten en trabajar para las principales casas que, para la imaginación global, permanecen en la ciudad que representa, significa y resume el gran estilo, la moda y lo chic. Desde Oslo hasta Osaka, las boutiques se identifican con nombres en francés en busca de elegancia. París continúa significando moda, aun cuando los vestidos son financiados y soñados por gente que no sabe hablar francés. Después de todo, no es para sorprenderse, el inventor de la haute couture internacional fue un francés: Christian Dior, de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento.

Christian Dior fue, indiscutiblemente, el diseñador de moda más famoso del mundo. Desde que presentó, ante una audiencia impactada, su primer desfile, el 12 de febrero de 1947. Con una serie de creaciones que revolucionaría la vestimenta de la mujer, Dior se convirtió en una celebridad internacional. En ese momento y a sólo tres años de haber terminado la Segunda Guerra Mundial, Francia atravesaba por una gran crisis, con más de 3 millones de huelguistas, su economía se encontraba colapsada por el paro y la escasez de recursos.

Las mujeres iniciaban sus primeros pasos hacia la revolución femenina, se habían deshecho del corsé, empezaban a formar parte de la fuerza laboral y luchaban por su emancipación. Los años de guerra las habían obligado a ser ahorrativas, usaban trajes sastre con amplios hombros y faldas cortas, ropa utilitaria, lúgubre y austera, calzaban zapatos de tacón bajo y, tal vez, habían olvidado el lujo de ser femeninas. El comercio de la costura y el diseño francés, que habían dominado la moda europea desde finales del siglo 18, se encontraban en un estado precario. Por todas esas razones, ese primer desfile presentado por Dior fue impactante. Sus modelos lucían lujosos vestidos con cintura de avispa, faldas de vuelo, algunas con 20 metros de tela, medias de seda y zapatos de tacón de aguja de 10 centímetros. Por añadidura, la belleza de sus maniquíes, que recorrían la...

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