Claudia Ruiz Arriola / Empobrecimiento intelectual

AutorClaudia Ruiz Arriola

Pienso, con el buenazo y pesimista de Schopenhauer, que una de las gestas históricas más heroicas del planeta fue el haber ganado el derecho inalienable a ser imbéciles, bien sea consuetudinaria o intermitentemente (derecho sin el cual yo no habría escrito ni la mitad de los editoriales que llevo y el vapuleado Bushito jamás habría llegado a ser Presidente del país más poderoso del planeta). La verdad es que es padre poder decir "ni sé, ni mi importa", o darse por bien servido con una preparación intelectual mediocre e ideas surgidas de nuestro ronco pecho, heredadas o adquiridas por ósmosis, sin mucho rigor, ni pensamiento, ni lectura, ni nada.

Total, si como decía el filósofo más importante del siglo 20, Ludwig Wittgestein "el límite de nuestro mundo es el límite de nuestros conceptos", cada quien tiene derecho a decidir si quiere que su mundo se acabe en la Calzada Independencia o si prefiere incluir en su personal geografía mental al planeta Tierra, al Cosmos y Al Más Allá.

Sin embargo, hay que estar advertidos que este derecho al Deliberado Empobrecimiento Intelectual, (DEI, por sus siglas en latín) no incluye la conquista histórica de imponerles a los demás las limitaditas fronteras que nosotros elegimos ponerle a nuestro mundo y a nuestra capacidad de pensar y aprender. Tampoco otorga el derecho de perpetuar nuestros paupérrimos estándares personales como si fueran parte del ISO 9000 de la (in)capacidad humana, como pretenden algunos maestros de la Sección 19 de SNTE que han llevado el caos a las escuelas de Morelos, porque no quieren "ser evaluados dentro de la Alianza por la Calidad de la Educación" y pretenden heredarles a sus descendientes el derecho de hacer gala de su ignorancia frente a los pobres párvulos indefensos de las escuelas públicas (MURAL, 25 de septiembre).

Muchas de las peticiones de los maestros disidentes son comprensibles y algunas hasta loables, como la de exigir la renuncia ese adefesio moral y físico parido por el PRI y que lleva varias décadas lucrando de sus propios rebuznidos en su lamentable papel de "lideresa de la educación en México". Otras exigencias -como la de heredar plazas a sus descendientes- de plano son insostenibles, no sólo porque las plazas docentes, como bien dijo Josefina Vázquez Mota el lunes, son propiedad del Estado (y patrocinadas por los ciudadanos, añadiría yo); sino, sobre todo, porque permitir que alguien herede una plaza docente, por parentesco o amistad con el maestro que se...

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