Arrancan sin carburar: El 'amor fiel' peligra

AutorRaúl Guzmán

A pesar de que se consiguió un empate de último minuto ante el Celaya en el arranque del Verano 2001, quedó claro que la de ayer no fue la noche del Atlas, ni por la respuesta en la cancha, ni por la comunión con su afición.

El 2-2 conseguido frente al Celaya en el Estadio Jalisco dejó algunas interrogantes sobre el funcionamiento del equipo, aunque es muy pronto para hacer juicios, pero sobre todo por la reacción de unos seguidores que ya no apoyan sin mirar a quién y que ahora exigen más a un equipo que los acostumbró a ganar. Desde antes de arrancar el encuentro iniciaron los problemas para los Zorros, y es que la Barra 51 y varios aficionados atlistas le tenían preparada una sorpresa a Daniel Osorno, pues no les cayó nada bien que el delantero expresara abiertamente sus deseos de salir de la institución, así que lo tomaron como una ofensa y le dieron un recibimiento como si se tratara de su peor enemigo.

Aunque el inesperado hecho caló en el estado anímico del goleador y sus compañeros, eso no fue lo peor. Los pupilos de Ricardo la Volpe intentaron abrir la cancha e imponer un planteamiento ofensivo, sin embargo, enfrente tenían a un equipo ordenado que soportó los primeros minutos y contuvo los embates atlistas.

La defensa local resentía los gritos y el liderazgo que impone Pablo Lavallén, quien purgaba un partido de suspensión, y precisamente un error en el que Omar Briseño se quedó parado le dejó la posibilidad, a los 31 minutos, al atacante Armando González, quien no perdonó para abrir el marcador.

Si en un inicio los abucheos sólo se dirigían a Osorno cada que éste tocaba el balón, al final...

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