Arquitectura de premio

AutorVicente Guerrero

A finales de los 80, Ricardo Legorreta y su equipo de arquitectos colaboradores concibieron que el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey tendría que pasar de ser un edificio donde sólo se exponen pinturas y esculturas para convertirse en un lugar que fuera como la "casa de la ciudad".

Bajo ese concepto, Legorreta y compañía diseñaron un sitio en pleno centro de la Sultana del Norte que no rompiera con el entorno donde estaría ubicado, sino que complementara la vista que ya ofrecía la Macroplaza, el Palacio Municipal y la Catedral de Monterrey, en la esquina de Zuazua y Ocampo (hoy Raymundo Jardón).

¿El resultado? Un edificio de concreto con cuatro lados geométricos de cara a los puntos cardinales e iluminados por los colores brillantes como el de las casas mexicanas, que es también un homenaje a la arquitectura del mexicano Luis Barragán, creador del Faro del Comercio, enclavado en la Macroplaza.

Marco fue a partir del 28 de junio de 1991 una obra del Gobierno del Estado y la iniciativa privada que cuenta en dos plantas y 14 salas de exhibición en 5 mil metros cuadrados, además de biblioteca, restaurante, tienda de regalos, cafetería, y un auditorio con capacidad para 250 personas.

Un lugar funcional que en el exterior juega con los volúmenes, y está acondicionado para el clima extremoso de la ciudad, y en cuyo interior, siguiendo con el concepto de una arquitectura mexicana, se hace la interpretación del patio, como el que se encuentra en cualquier pueblo, pero adaptado para un museo, recuerda Legorreta.

"El nacimiento de Marco fue para mí una cosa muy importante, porque representa la actitud de un grupo de personalidades de Monterrey, decididos a iniciar el desarrollo serio y fuerte de la cultura, de la pintura y de la escultura", expresa el arquitecto.

"El concepto fue hacer la casa de Monterrey dedicada a las artes con el objeto de que no sólo los habitantes de Monterrey fueran al museo para ver determinada exposición o en determinada ocasión, sino que lo vieran como su imagen, como su casa y que llegaran a actividades de otro tipo, que no sean directamente relacionadas con el arte, sino con la vida diaria".

Funde las artes

Con la inclusión de "La Paloma", escultura del tapatío Juan Soriano, en la entrada del museo es también parte de la fusión de las artes que enriquece el edificio.

"Esa tradición de la colaboración entre pintores, arquitectos y escultores es algo que se ha perdido mucho, pero en Marco se rescató", señala Víctor...

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