Arman marina en Polanco

AutorNadia Sanders

Barcos piratas y mercantes, submarinos de guerra y lanchas de espionaje son un juego de niños que disfrutan los grandes en el Parque de los Espejos de Polanco.

Los espejos de agua son el lugar perfecto para reflejar la creatividad de un grupo de aficionados al modelismo naval, que nació en este parque desde que fue inaugurado, en los años 30 del siglo pasado.

Sus espejos de agua con más de 40 metros de largo por unos 20 de ancho, lo hacen un espacio idóneo para lucir los barcos a escala.

El domingo ya está determinado como el día de encuentro de esta comunidad, robustecida por veteranos con 50 años en ese pasatiempo, y enriquecida con los niños fascinados por el modelismo.

Los aficionados son en su mayoría hombres de más de 30 años, que llevan entre una cinco décadas cultivando el pasatiempo de construir barcos y veleros a escala.

En el espejo oriente del Parque, los señores instalan sus sillas plegables, ponen en el "muelle" del espejo la caja de herramientas, y a un lado de ellos, dejan sus portabarcos, unas estructuras de madera que sirven de soporte para que las embarcaciones se sostengan en tierra firme.

Y aunque en el sitio se rentan barcos para que los niños puedan manejarlos a control remoto, el chiste no es llegar y jugar con un barquito que no es propio durante cinco horas, sino oír cómo chulean los navíos a escala que ellos mismos tardan hasta un año en elaborar.

Cuando el sol se esconde, los aficionados lucen sus barcos con luz interior, lo cual da pie a un espectáculo nocturno digno de admirar.

Carlos Sarmiento, de 57 años, y Jorge Cortés son dos de los navegantes con más experiencia.

Sarmiento recuerda que su papá lo llevaba a pasear al parque de Polanco y a la edad de siete años sintió amor a primera vista cuando otros señores y niños llevaban sus barquitos para echarlos al agua.

Ahora tiene cerca de 30 veleros, lanchas, barcos y submarinos hechos por él mismo, con acabados de lujo que no permiten imaginar que se emplearon plásticos del chocolate Kinder Sorpresa y productos que habían acabado en el bote de la basura para poder realizarlos.

Jorge Cortés, de 61 años, llevó hace una semana, un barco con una grúa que sumerge un submarino.

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