Argonáutica / Me voy de Veracruz

AutorJordi Soler

Me voy de Veracruz luego de unas exhaustivas vacaciones llenas de vivencias, langostinos y experimentos. En las próximas líneas terminaré de contar este episodio y después me iré de aquí, pasaré página. La verdad es que pasaría página ahora mismo, pero sucede que aquel banquete de langostinos en Potrero Viejo tuvo un final que quisiera compartir con ustedes.

Recordarán que la semana pasada comía yo langostinos con mi madre y con mi hermano, y que estábamos muy animados todos cantando una y otra vez el Querreque, que es el único son que nos sabemos. Pues aquel ánimo nos duró hasta que llegaron las cuentas, la del jaranero que ascendía a dieciséis Querreques, y la de los langostinos que era un papel largo lleno de anotaciones y números donde se adivinaba un mínimo de tres docenas y una cantidad notable de cervezas.

"¿Quién va pagar esto?", preguntó mi madre luego de pedirle al jaranero que interrumpiera el Querreque que ya había vuelto a comenzar. Mi hermano y yo le respondimos que el deber básico de una madre es alimentar a sus hijos. "Tienen razón", dijo y corrió a rebuscar entre los papeles de su cajuela hasta que dio con el dinero que hacía falta. Luego emprendimos el regreso a Veracruz, con mi madre al volante ejecutando, como es su costumbre, su conducción temeraria que nos llevó, a la altura del poblado de Paso del Macho, a salirnos del camino sobre una pradera de pastizales largos donde dormitaba media docena de vacas.

Yo iba harto de medias docenas y además en el estómago comenzaba a sentir el principio de una rebelión de langostinos. El coche salió del pastizal gracias al empujón que le dimos mi hermano y yo, un exitoso esfuerzo físico que nos dejó muy satisfechos...

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