Argonáutica / Lavoe

AutorJordi Soler

Últimamente, vayan ustedes a saber por qué, cada vez que pongo la cabeza en la almohada empiezo a soñar de manera automática e incontrolable, con el músico de salsa Héctor Lavoe. Un músico al que, por cierto, nunca he oído ni mucho menos, visto. Este trastorno del sueño comenzó a incomodarme hace unos días, cuando una revista que circula por todo el mundo hispano, publicó la noticia de que Jennifer López se ha puesto a producir una película sobre la vida del (al parecer) mitológico Héctor Lavoe, estelarizada por ella misma y por Marc Anthony que es, por una parte, su marido y, por otra, cantante de salsa como el mismo Lavoe. Lo que no quedaba claro en aquella revista era si Marc Anthony, además de ser marido y cantante, sabrá actuar de estrella mitológica y decadente, de salsa. Lo de la decadencia es en serio y es, quizá por este componente biográfico, que el cantante Lavoe aparece en mis sueños en cuanto pongo la cabeza en la almohada; pues resulta que era un individuo politoxicómano que escribía su música, hacía conciertos y en general vivía y se relacionaba con sus semejantes en un estado permanentemente drogota. Tan pronunciado era aquel estado que el músico terminó sus días en un estado de pasmo tal que le impedía articular cualquier línea, por anodina que fuera, de sus famosas canciones. Famosas para todos menos para mi que, mientras Lavoe conquistaba el mundo con sus geniales piezas de salsa, andaba distraído entre los requintos de J.J. Cale y los solos de sax de John Coltrane. A pesar de mi imperdonable distracción, o quizá justamente por esto, he empezado a convertirme en experto de una sola canción de Héctor Lavoe, la única que hasta la fecha he oído cada vez que pongo la cabeza en la almohada. Un experto desde luego involuntario y, con mucha frecuencia, cabreado con su...

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