ARGONÁUTICA / El taikonauta

AutorJordi Soler

El 27 de septiembre pasado tuvo lugar la primera caminata espacial china. La televisión oficial de aquel lejano país transmitió en directo el momento en que un taikonauta (así se llaman los astronautas en China) emergía trabajosamente por la escotilla de la nave Shenzhou-7. Lo de "caminata espacial", como bien sabe usted, es un decir, pues lo que normalmente hemos visto en astronautas y cosmonautas que han "caminado" por el espacio, se parece más a un hombre que se sujeta desesperadamente, con cuerdas, arneses y garras, al corpus de la estación espacial; a un hombre de casco y traje blanco que batalla denodadamente para que no lo absorba un hoyo negro.

Pues lo mismo hizo el taikonauta hace unas semanas, dejarse mangonear, bien sujetado con arneses, por las fuerzas espaciales, mientras era contemplado, en un salón lleno de monitores y de trabajadores del cosmos, que parecía una replica de esos salones de la NASA que sirven para el mismo menester.

Además la caminata del taikonauta fue apoyada desde el salón por el primer ministro chino y, para sellar el compromiso de la República Popular con la carrera espacial, intercambió unas palabras, cuatro fruslerías, con el taikonauta que flotaba en la pantalla.

Los chinos tienen planes espaciales bastante ambiciosos, el año que viene lanzarán el Shenzhou-8 y en 2010 el 9; estas misiones servirán para ultimar los detalles científicos del gran proyecto que es tener una base lunar habitada en el año 2017, es decir, unos años antes de que la NASA plante la suya.

La carrera espacial china, por el secretismo con que se ha manejado y por ciertas maniobras espaciales de limpieza cuestionable, ha sido tradicionalmente mirada con recelo por las potencias del mundo occidental.

Baste explicar escuetamente, para entendernos, la primera piedra de aquel programa espacial: en julio de 1969, ningún chino de los que gozaban de la revolución cultural, tuvo noticia ni de que el Apolo XII había llegado a la Luna, ni de que el astronauta Armstrong había puesto su bota en la superficie lunar, o en la del set de televisión donde Armstrong fingía que...

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